1.

¿Dónde empiezo? ¿Dónde termino? ¿Qué hay en el camino entre mi frente y mis pies? ¿Cuántos mundos tengo?

¿Dónde empiezo?

¿Qué es la poesía para ti?, pregunto a un grupo de niñas y niños en Morelia, México. Matías, de cuatro años, responde primero solo con el cuerpo: abre grande los brazos. Los brazos como alas. Sin palabras. Luego camina hasta mí, toma el micrófono y comienza a cantar: «Luna lunera cascabelera… Sal solecito, caliéntame un poquito». Su abuela, desde su asiento, canta también, moviendo y extendiendo los brazos. Como si fueran espejos. 

¿Dónde empiezo? Pienso en mis reflejos, en mi abuelo, mi abuela y mis padres, que me cantaron y leyeron poemas mientras crecía. Todos esos arrullos y poemas y los que yo he cantado y leído ahora a otros y otras, mientras seguimos intentando reflejarnos, entretejernos.

¿Qué es la poesía? Para Matías, abrirle los brazos al mundo… y luego cantar.

 

2.

La poesía puede ser un territorio común donde se revelan conexiones inesperadas. Una nota sobre un viaje de Ciudad de México a Odense, de Trieste a Veracruz.

Hace diez años, mientras realizaba una investigación sobre ese poeta danés llamado Hans Christian Andersen, visité su casa museo en Odense, Dinamarca y allí, detrás de una vitrina, me llamó la atención una foto de Andersen leyendo un periódico, muy serio. ¿Qué leería? Ejnar Stig, el entonces director de la casa museo, me cuenta: la noticia de la ejecución de Maximiliano de Habsburgo en México. ¿Por qué podría interesarle esa noticia? Maximiliano, fugaz emperador de mi país (1863-1867), lo había invitado a viajar a México y, en 1866, le envió un título y una medalla reconociéndolo como Caballero de la Orden de Guadalupe, un honor reservado exclusivamente para militares mexicanos de alto rango y algunos reyes y reinas en el extranjero. Andersen fue el único escritor que la recibió. Maximiliano, Max, como lo llamaban, lo había leído desde niño y probablemente influyó en su propio acercamiento a la escritura de poesía.

Max se casó con la princesa Carlota de Bélgica y fue en su casa, aquí en Trieste, en el castillo de Miramar, que recibió a un grupo de conservadores mexicanos que lo convencieron de cruzar el océano y ocupar el trono del Imperio de México. Desde ese castillo zarparían Max y Carlota, convencidos de que los mexicanos los querían. Su mentalidad coloniasta les impidió imaginar el abismo al que se embarcaban, una nación que se había independizado de los españoles y no quería una nueva ocupación y dominio extranjero.

“Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo”, escribió Amado Nervo, pionero de la poesía infantil en México. ¿Cuántos mundos imaginó Max encontrar mientras navegaba por el Adriático hasta llegar al puerto de Veracruz en México?

Aunque el destino de los príncipes en los cuentos de Andersen fuera romper maldiciones y convertirse en reyes, ¿acaso no recordaría también cuántos personajes padecían el carácter impositivo de muchos monarcas? La vanidad de un emperador con su traje nuevo y la ambición de otro por apresar el canto de un ruiseñor, y las prohibiciones reales que condenaron a La Sirenita?

A veces, un poco de ensueño y poesía no basta para salir a flote de los abismos personales.

 

3.

¿Dónde empiezo? ¿Dónde termino?

En mi puño / guardo una semilla / que sólo yo conozco / sombra de un árbol / que aún no echa raíces / La miro en silencio / me sumerjo. // En mí / siempre crece el misterio.

El misterio de existir, de ser… niño, niña. Vuelvo al poeta portugués, João Manuel Ribeiro, cuando dice que al leer poesía se encuentran dos misterios: el misterio del que escribe y el misterio del que lee. Ahí, en ese espacio liminal, en el encuentro entre esos dos misterios: algo brota, germinal; o titila, luminiscente; o tintinea, sonoro, y da sentidos: revela algo que no habíamos imaginado posible, acompaña una pregunta y da calor, y a veces escapa a las interpretaciones unívocas y sólo resuena con su música…

Al leer y escribir poesía infantil, busco ese espacio entre dos misterios, un lugar entre el relámpago y el trueno, donde el adulto se encuentra con el niño o la niña, donde la memoria desvela un presente. Allí, ¿qué hay?

«Hay nubes que bailan / y caminan, / nos siguen como pájaros, / como flores. // Hay nubes que miran bajito / que abrazan los cerros / y que hablan con la tierra. // También hay nubes que lloran, / que les duele el pecho, / cuando se sienten lejos / de casa. // Quiero ver el corazón de mi papá”, escribe la poeta mexicana Nadia López García, de la nación Ñuu Savi, que significa “la gente de la lluvia”.

«Los árboles del parque / dicen rayos de sol / entre sus ramas, / dicen pájaros traviesos, / gritan luz, susurran agua», nos hace imaginar el poeta chileno Felipe Munita.

Y también: escribir no «para niños», sino «con niños», una poética que defendía María Elena Walsh. Buscar significados al escuchar sus preguntas, maravillándose con su profundidad y confiando en su imaginación.

Ilustración Amanda Mijangos para «Escondida» (Adolfo Córdova, Cataplum, 2022/Diego Pun, 2023).

Tú me ves pequeña, / pero en mi corazón / crece / apretada / una enredadera. // No da flores, / canta, / se asoma por mi oreja. // Escondida / de los otros / no sé qué mundo hay afuera. // Espiral quiero quedarme / y circular / en lo que espera. // Un puño apretado, / fuerte, / que dentro guarda / un quisiera.

Cada vez que escribo o leo poesía, siento que mis latidos se desaceleran, como en un abrazo largo y cerrado, y al mismo tiempo que mis pulmones jalan más aire, como el universo, siempre en expansión.

Entre dos misterios, donde el deslizamiento lánguido de los caracoles de lluvia se encuentra con el veloz batir de las alas del colibrí.

 

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4.

Sin embargo, al leer y escribir cierta poesía infantil, a menudo se evaporan esos dos misterios, y entre escritor/a y lector/a sólo hay certezas de instrucción y credo.

La poesía en la literatura infantil ha estado históricamente vinculada a la escuela, a la iglesia y al Estado, con didactismos, dogmas y patriotismos que intentan hacer moldede infancia y determinar qué es deseable, prioritario, honroso, apropiado, es decir, qué es ser niña/o y qué es poesía infantil y que no.

Afortunadamente, las niñas y los niños tienen sus propias respuestas y existen muchas iniciativas que trabajan entre los dos misterios y directamente para/con/entre niñxs y jóvenes: en Argentina, el «Festival de Poesía en la Escuela», coordinado por Alejandra Correa y Marisa Negri; en Francia, «La fête de la poésie jeunesse», coordinado por Mateja Bizjak-Petit, y aquí en Italia, el Junior Poetry Festival, organizado por Chiara Basile, que nos inspiró a Mara Rahab y a mí para crear «Yo nombro al mundo: festival de poesía en la infancia» en Morelia, México. Juntxs, estamos comenzando a construir una red internacional de festivales de poesía. Estoy seguro de que hay muchas más personas que comparten este interés. Súmense, enfoquémonos en lxs lectorxs… y en sus enigmas.

«Enigma» en lugar de «consigna», dice la escritora argentina Graciela Montes, porque mientras que la ley de la consigna, marchita; la poética del enigma, hace florecer.

Ahí. Entre dos misterios.

«Mi madre fue una centella / y mi padre un rayo cruel / que tronaba como aquel / que retumba en las estrellas. // Hija de centella y rayo, / díganme / ¿quién puedo ser?», canta el son jarocho tradicional «El Buscapiés», de Veracruz, mi estado natal.

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5.

¿Cómo liberamos a la poesía infantil de sus definiciones canónicas y objetivos educativos? ¿Cómo liberamos a las personas niñas de nuestras expectativas adultas?

«Toda persona tiene el derecho de juzgar lo que es poesía y lo que no lo es para ella, ya que un texto se convierte en poesía solo cuando se lee como tal», dice el poeta francés Bernard Friot en sus Derechos Universales a la Poesía.

Pero la maestra de Eréndira afirma: «La poesía infantil debe hablar de cosas bonitas». ¡Sí! y ¡no!, asegura Eréndira. El domingo pasado una joven lectora y escritora de 14 años, Eréndira León, me contó que, una vez, una maestra le dijo que la poesía debía hablar de cosas bonitas y más si era para niñxs. Eréndira tuvo sus dudas, coincidía solo en parte, y rápidamente le citó Storia della bruttezza, Historia de la fealdad de Umberto Eco; Pedro Melenas de Hoffmann y hasta La filastrocca di Pinocchio de Gianni Rodari, la versión rimada y sin censuras de Pinocho, “con todo y las cosas feas, incluido el capítulo en que Pinocho dice que prefiere morir antes que beber la medicina amarga», me dice Eréndira, quien se describe a sí misma como una pinochóloga. (Se emocionó mucho cuando le dije que vendría a Italia y le pedí permiso para citarla aquí).

«Al fin y al cabo, ¿qué es la poesía?», pregunta Eréndira.

“Es un ritmo para cantar” dice Milagros, 4 años; “Una carta que te regala tu novio” Anastasia, de 6; “Un versito de tranquilidad”, María Belén, de 9; “Algo bien pero bien pero bien laaaaargo”, Inés, de 8; “Palabras que te dicen cosas que les pasan a las personas”, Milagros J., de 6; “Un poeta es alguien cuyo propósito es pensar”, Rocío, de 9; “Un poeta es una persona que te habla todo el día”, Lucila, de 11; “La poesía son palabras que ayudan al universo a no luchar con armas”, Dante, de 6 años; “Es alguien que escribe palabras que se quieren entre sí”, Katja, de 12.

Estas respuestas fueron extraídas de libros publicados durante los últimos 36 años por Silvia Katz en Salta, Argentina, como resultado de su «Taller Azul» (por el que fue nominada al Premio Memorial Astrid Lindgren en 2024). Cada respuesta podría servir como base para un nuevo manifiesto : «Un poeta es alguien que escribe palabras que se quieren entre sí». Un abrazo, la poesía.

«Toda persona tiene el derecho de ser reconocida como poeta, ya que todo ser humano que habla posee una relación poética con el lenguaje», otro derecho universal a la poesía escrito por Bernard Friot.

 

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6.

¿Dónde empiezo? ¿Cuántos mundos llevo conmigo? ¿Cuántas infancias caben en un poema? La poesía ama hibridarse, experimentar, jugar, y puede convertirse en un medio para resignificar, expandir y fortalecer nuestras relaciones. Una experiencia, como tantas otras, para alejarnos de las narrativas de guerra que nos separan y concentran el poder, y para imaginar escenarios de paz más complejos.

Y mucha poesía libera a niñas y niños del imperio de la narrativa. ¿Es el ‘orden narrativo’ el ‘orden adulto’? El orden adulto que exige inicio-desarrollo-clímax-desenlace, que pide respuestas: «¿Qué vas a ser cuando seas grande?» «¿Y si te digo mejor quién soy hoy?»

¿Qué más puede ser la poesía en la infancia?

Con el fin de abordar esta pregunta, hace unos años emprendí un proyecto, apoyado por la beca y estancia de investigación de la Biblioteca Internacional de la Juventud en Munich. Derivado de la estancia escribí un ensayo titulado «Otra música, otros retratos de infancia: nueva poesía infantil en América Latina«, que presenté en una de las sesiones orales en el Congreso de IBBY en Atenas en 2018 (donde, por cierto, conocí a Sylvia Vardell, aquí a mi lado; creo que la única persona en la audiencia que fue porque vio el título de mi estudio y que no era de mis amigxs latinoamericanxs), y curé una antología de poesía sin rima titulada Cajita de fósforos, ilustrada por Juan Palomino, editada por María Francisca Mayobre y publicada por Ekaré, ganadora de un Bologna Ragazzi Award en 2021. Nuestro objetivo con esta antología era imaginar infancias fuera de la norma y problematizar un prejuicio todavía muy vigente que insiste que si es infantil debe rimar. Al presentar un repertorio diverso de poesía, buscábamos despertar el sentido de asombro en aquellos familiarizados solo con versos infantiles tradicionales.

Abrir los brazos más grandes.

“Mi verso es libre de volar a donde quiera. Viene y se posa en la rama de algún árbol, en un alero, en la tendedera de la vecina, en cualquier página en blanco de mis cuadernos”, escribió el poeta cubano Antonio Orlando Rodríguez.

Decir «Mi verso es libre…» o «Mis pies son libres…» o «Una niña es libre…». Ese llamado a la libertad resuena con el de otro pionero de la literatura infantil latinoamericana, José Martí: «Yo vengo de todas partes, y hacia todas partes voy».

Y con el de la poeta amazónica peruana, Ana Luisa Ríos, autora de la Lista de Honor de IBBY este año:

«Nací en Playa Tibi y crecí entre las garzas / buscando huevos de taricaya y también de tortuga, / las crecientes del río se llevaron esas tierras. / Mis papeles dicen que nací en Nauta, / pero mis ancestros son de todas partes, / aunque yo creo que nací libre como las garzas».

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7.

Mi conversación con Eréndira, la pinochóloga, ocurrió en la biblioteca de IBBY México justo antes de la presentación final de un círculo -o gómboco- de lectura de humor absurdo llamado «Ni pies ni cabeza».

Este círculo fue parte de una nueva investigación sobre humor absurdo y sinsentido en la poesía iberoamericana que, además de un ensayo, también será una antología que me propuso hacer la editora de Cajita de fósforos, Pancha Mayobre.

¿Será que el humor absurdo es fundacional en la literatura infantil de América Latina, como sugiere Cuentos Pintados (1867) de Rafael Pombo de Colombia? ¿Recordar que el propio proceso de apropiación del lenguaje en la infancia está impregnado de elementos del humor absurdo? Desde la musicalidad de los primeros balbuceos y las primeras frases aleatorias que solo tienen sentido para quien las dice, hasta la creación de poemas surrealistas espontáneos, la risa irracional ante ciertas palabras, los chistes absurdos improvisados y el juego lingüístico libre de los engranajes de las convenciones gramaticales? ¿No se hunden todas estas raíces en el humor absurdo?

¿Acaso la resistencia infantil a seguir reglas no es también la fuerza motriz del creador de humor absurdo, que se burla de las leyes de lo posible y desafía las estructuras narrativas rígidas que exigen un inicio y un final?

¿Dónde empiezo, dónde termino? «¿Qué tiene de malo no saber qué seré de grande?», dice Andreu, mi sobrino de 10 años. ¿Y si mi cabeza estuviera donde están mis pies?

Fue fascinante ver cómo lxs niñxs y jóvenes de este círculo de lectura navegaban el humor absurdo y el sinsentido como si estuvieran en su tierra natal: desataba su creatividad y generaba diálogos críticos sobre el mundo adulto. A ritmo hemorrágico.

«Que un bebé tuviera muchos años y un adulto tuviera pocos años, o sea que los bebés saben muchas cosas y los adultos no han terminado de aprender», propone Ramsés, de seis años, en una de las sesiones. Ramsés estaba obsesionado con los superpoderes de los bebés y deseaba un nuevo orden mundial donde ellxs tomaran las decisiones.

Román grita un verso de su poema: «Que los reyes sean esclavos y los esclavos, reyes». Pero «Nadie debería ser esclavo», replica Eréndira, citando a Gianni Rodari. «Ni rey», completa Daniela, otra adolescente.

«¿Y si es absurdo pero no da risa?», se pregunta Iker, como la guerra.

«La poesía son palabras que evitan que el universo pelee con armas», escribió Dante, con su sabiduría de 6 años, que sabe lo que puede conseguir una metáfora. Reconoce el conflicto, pero propone recomponerlo, repensarlo con palabras.

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8.

Este círculo de lectura se convirtió en mi santuario de risa y juego en estos tiempos absurdos y sin sentido.

En un poema de Cajita de fósforos, la poeta española Carmen Conde escribió: 

«La noche estaba quieta / prendida a las veletas de las torres. / Y la calle estaba muda, sola… / ¡Un caballo negro / la cruzó galopando…! / Yo no sabía / que la calle era de cristal».

Creo que el caballo negro es una metáfora de la poesía que cruza galopando por el mundo y transformando nuestra percepción.

Escucho el galope furioso de ese caballo en medio de tanto silencio. Romperá el cristal para que todxs escuchen, enciendan las luces e inunden las calles para protestar contra el mayor infanticidio de este siglo: más de 16 mil 500 niñxs asesinadxs, más de 10 mil desaparecidxs y decenas de miles heridxs, huérfanxs o en riesgo de morir de hambre en Gaza (cifras de finales de agosto de 2024, al día de hoy se calculan unos 25 mil niñxs asesinadxs).

«Una por una / las sillas abandonan el café, / y una bandada de nuestros niños atraviesa el cielo, / despacito, el tiempo se sacude su manto de risa”, escribió Nasser Rabah, poeta palestino nacido en Gaza. Su poema completo me lo envió David Wapner (la traducción es suya), escritor judío argentino de literatura infantil radicado en Israel y amigo cercano de Rabah. ¿Quién dijo que no podemos ser amigxs? ¿Cuándo? La poesía española misma surgió del crisol árabe, judío y cristiano, lo sabía bien Federico García Lorca. ¿Quién empezó a contar esa ficción del odio y por qué la creímos? ¿Quién dijo que no podemos ser amigxs?

No quiero sonar ingenuo, sino realista: recordemos que las narraciones que tanto circulan en la literatura infantil y juvenil pueden ser dañinas. Con este resurgir fascista que atestiguamos y padecemos, «¿estaremos contando las historias equivocadas?», se pregunta Cornelia Funke en una entrevista reciente.

«¿Acaso nuestras historias han hablado demasiado poco de cómo todo —absolutamente todo— es más fácil cuando estamos juntos y no en contra uno de otro? ¿Hemos contado demasiado pocas historias de héroes que hablan otro idioma, tienen otro rostro o creen en cosas distintas a las nuestras?», se pregunta Cornelia.

¿Quién empezó a narrar el odio? ¿El odio entre cualquier grupo humano y con cualquier otro ser vivo? ¿Y por qué lo usamos para justificar la supervivencia en términos de competencia y no de colaboración?

Vuelvo a la poesía, que nos puede liberar de identidades fijas, conclusiones y juicios, y nos ofrece la revolución de una nube besando la tierra, un grito de luz o un par de brazos bien abiertos, de un niño como Matías.

Pero me atrevo a preguntar, sin cinismo, sólo con rabia impotente: ¿Qué puede hacer la poesía por lxs niñxs asesinadxs?

¿Qué podemos hacer para detener tanto dolor?

Tal vez pensar en Jella Lepman, quien recorrió una ciudad destruida y respondió al pedido urgente de un maestro: «¡Libros! ¡No hay libros!». Además de organizar la primera exposición internacional de libros infantiles, logró que cada niñx se llevara uno a casa. Quizá recuerden que ese libro fue Ferdinando, el Toro, el pacifista.

¿Quién será la Jella Lepman de Gaza? Ahora, bajo las bombas, es difícil imaginarlo. Pero cuando termine este genocidio, ¿cómo reconstruiremos las bibliotecas de IBBY destruidas? ¿Cómo llevaremos poesía y esperanza? ¿Cómo apoyaremos a quienes crean espacios seguros bajo ataque? ¿Cómo garantizaremos que lxs niñxs y jóvenes —como en este congreso— participen más, vayan más al centro, tomen el micrófono? ¿Cómo podemos promover industrias editoriales menos aisladas y más espacios para las voces del Sur Global?

Sobre todo, ¿cómo problematizar el lema de este congreso (Join the revolution! Giving every child good books!)? ¿Cómo ir de la revolución de dar a cada niñx un «buen libro» a la revolución de garantizar que sus derechos sean bien respetados? 

Podríamos preguntarle a Irene Vasco, la escritora colombiana galardonada este año con el Premio IBBY-iRead al Promotor de Lectura Destacado, quien llevó libros a lxs niñxs y creó bibliotecas en medio del fuego cruzado entre el gobierno y la guerrilla en las selvas de Colombia.

Estoy seguro de que podríamos preguntar a cualquiera de ustedes, pues sé que cada unx representa una respuesta, una alternativa al odio y un camino hacia la paz.

Podríamos preguntarle a lxs adolescentes, como lxs invitadxs a este congreso, quienes han dicho ‘No’ desde sus casas hasta las calles y han iniciado las protestas que generan cambios.  La poesía, infantil o no, se ha caracterizado a lo largo de la historia por situarse críticamente frente a las injusticias y condenarlas. Su evolución ha estado cargada de quiebres con la tradición que han sido protesta frente al modo de hacer/pensar el arte en contextos de represión.

Y escuchemos a lxs niñxs. ‘¿Qué es la poesía?’, pregunté en otro taller a un grupo de niñxs en Campeche, México. William Alberto alzó inmediatamente la mano y respondió con convicción: ‘Es la que te cuida de lo malo’. Tras una breve pausa, todxs reímos al comprender la confusión. «William Alberto, no dije ‘policía’, dije poesía», le aclaré entre risas compartidas.

No entré en una discusión sobre si la policía en México realmente protege —quizás sí lo haga en Campeche— porque su respuesta también restaura mi confianza, tan importante en la infancia: la creencia de que alguien nos cuidará. Y sí, recordemos, aunque suene difícil en estos tiempos, que idealmente esto debería incluir al gobierno y a la policía.

Pero además, siguiendo una vez más a Gianni Rodari y recordando al ‘error creativo’ de su Gramática de la Fantasía, la respuesta de William Alberto no es una falla de comunicación, revela un significado profundo que converso con lxs niñxs: de muchas maneras, la poesía (y la música, el baile, el arte, la conversación y el encuentro) nos protegen del mal. La poesía puede alejarnos de la literalidad devastadora de una bomba y acercarnos a la metáfora que revela cómo las palabras pueden hacernos abrir los brazos. «Luna lunera cascabelera…».

Abrir los brazos a lxs otrxs como si fuéramos espejos. Ayudarnos a recordar una respuesta posible y simple: ¿Dónde empiezo? Entre dos misterios… y a tu lado.

Muchas gracias. Grazie mille.

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Referencias y Bibliografía

-Conde, C. (2021). Revelación. En Córdova, A. (Ed.) & Palomino, J. (Ilustr.), Cajita de fósforos (p. 14). Barcelona, España / Caracas, Venezuela: Ekaré.
-Friot, B. (2021). Universal rights to poetry. Bologna Children’s Book Fair. https://fairtales.bolognachildrensbookfair.com/en/news/universal-rigths-to-poetry/10692.html
-Funke, C. (2024, 31 de enero). Cornelia Funke selbstkritisch – die falschen Geschichten erzählt. Der Zeit. https://www.spiegel.de/kultur/literatur/cornelia-funke-selbstkritisch-die-falschen-geschichten-erzaehlt-a-3f0ca8b2-a40b-4764-b334-d99e90a076f9
-Katz, S., et al. (2007). El pequeño ilustrado 2: Diccionario triciclopédico. Salta, Argentina: Ediciones Laralá Azul.
-Katz, S., et al. (2021). La boca azul. Salta, Argentina: Ediciones Laralá Azul.
-Lepman, J. (2017). Un puente de libros infantiles. España: Creotz.
-López García, N., & Fragoso Mora, M. (2024). Sukuachi savi / Niños lluvia / Rain Children. Ciudad de México: Librobjeto Editorial.
-Martí, J. (1891). Versos sencillos. Nueva York: Louis Weiss / Co, Impresores.
-Montes, G. (2017). De la consigna al enigma. En Buscar indicios, construir sentido. Bogotá, Colombia: Babel.
-Munita, F., & Echenique, R. (2016). Diez pájaros en mi ventana. Santiago, Chile: Ekaré Sur.
-Munro, L., & Lawson, R. (s.f.). Ferdinando el toro (P. Belpré, Trad.). Madrid: Grupo Penguin.
-Nervo, A. (2019). Viejo estribillo. En El éxodo y las flores del camino. Madrid: Editorial Evohe.
-Pombo, R. (1867). Cuentos pintados para niños. Nueva York: D. Appleton & Company.
-Rabah, N. (2024). Una por una. D. Wapner (Trad.) [Manuscrito inédito].
-Ribeiro, J. M. (2013). Versos de no sé qué: Antología de poemas (M. del S. Peralta, Trad.). Bogotá, Colombia: Panamericana Editorial.
-Ríos, A. L. (2023). Canto libre en la floresta / Free song in the jungle. Lima, Perú: ICPNA.
-Rodari, G. (1973). Gramática de la fantasía: Introducción al arte de contar historias. España: Editorial Siglo XXI.
-Rodríguez, A. O., & Vallejo, E. (1993). Mi bicicleta es un hada y otros secretos por el estilo. Bogotá, Colombia: Panamericana Editorial.
-Walsh, M. E. (1965). El reino del revés. Buenos Aires, Argentina: Alfaguara.

 

Notas:

Los poemas sin atribución en la presentación son de mi autoría y provienen de los siguientes libros:

  • Córdova, A., & Sitja Rubio, C. (2020). ¿Dónde empiezo? En Infinitos. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica (FCE).
  • Córdova, A., & Mijangos, A. (2022). Tú me ves pequeña… En Escondida. Bogotá, Colombia: Cataplum / Tenerife, Islas Canarias: Diego Pun.

Sobre las experiencias de lectura que compartí:

  • La respuesta de Matías tuvo lugar el 28 de septiembre de 2023 en una lectura y juego poéticos que mantuve con niños, niñas y jóvenes dentro del festival de poesía «Yo nombro al mundo: festival de poesía en la infancia» en Morelia, Michoacán. Se trató de la segunda edición de este festival organizado por Mara Rahab en el marco de la Feria Internacional del Libro y la Lectura de Morelia. Aquí, en mi cuenta de Instagram, y aquí en Facebook, pueden ver un registro del evento.
  • El círculo de lectura «Ni pies ni cabeza» en el que participaron Eréndira León, Román Vargas, Andreu Vázquez, Daniela Suárez, Iker Elías y siete niños y adolescentes más tuvo lugar en IBBY México los domingos del 21 de julio al 11 de agosto y la presentación final el domingo 25 de agosto. Ramsés no era parte de este grupo sino de un curso de verano en IBBY con quienes también tuve varias sesiones de lectura. Mi investigación sobre humor absurdo y este círculo fueron parte de la «Estancia Literaria Octavio Paz para Ensayo de Literatura Infantil y Juvenil» que realicé con el apoyo de la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz del Colegio de San Ildefonso, dirigida por María Baranda, la Fundación para las Letras Mexicanas e IBBY México. Aquí pueden encontrar una referencia en Instagram.
  • El encuentro con William Alberto y sus compañeros de la Escuela Primaria  “Justo Sierra Méndez” de San Francisco de Campeche, tuvo lugar el 16 de noviembre de 2023 en el Centro Cultural “El Claustro” en el marco de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil en la Ciudad de Campeche, México. Aquí un registro del encuentro. 

 

Sobre esta entrada

Preparé estas reflexiones para conversar de “la poesía en la literatura infantil” con la poeta italiana Giusi Quarengui por invitación del comité organizador del 39º Congreso Internacional de IBBY, celebrado en Trieste del 30 de agosto al 1 de septiembre de 2024. Ya había publicado la versión original en inglés aquí en el blog junto con un texto introductorio. Esa introducción la dividí para hablar de la participación de niñxs y jóvenes en congresos de IBBY en una entrada pasada. El resto, a continuación:

Celebrar y denunciar. En un esfuerzo por enfocar algunos puntos de tan amplio horizonte (poesía y LIJ) y corresponder a la iniciativa de IBBY Italia de incluir a un grupo de adolescentes como ponentes en su programa principal, decidí recuperar charlas que he tenido con niñas, niños y jóvenes sobre poesía, y libros que he leído con sus voces. Celebrar.

La iniciativa de IBBY Italia, inédita en la historia de estos congresos bianuales, también incluyó una serie de talleres para niñxs y adolescentes que me pareció una declaración de principios en un mundo dominado por la violencia adultocéntrica (y ya hemos visto una de las consecuencias de esta violencia en la miniserie «Adolescencia» de Netflix, que retomaré en otra entrada).

La actual crisis global de los derechos (humanos en general) de la infancia y la juventud, encarnada por el mayor infanticidio del siglo —que ocurre en Gaza, ante nuestros ojos, y se transmite en tiempo real— fue el otro punto con el que busqué cruzar este enfoque. Denunciar. También lxs jóvenes invitadxs al Congreso denunciaron el genocidio en la mesa de cierre. 

Poco después de mi participación en el 39° Congreso de IBBY, visité a Cornelia Funke en la Toscana e intercambié algunas de las ideas de mi texto con ella, y me contó de una conversación que había tenido con Lawrence Schimel sobre una entrevista que dio al periódico alemán Die Zeit, que decidí incluir por su relevancia. (Y gracias a Lawrence por compartir la referencia de la entrevista conmigo).

Fue un gran honor para mí participar en este congreso junto a la poeta italiana Giusi Quarengui y a Sylvia Vardell, nuestra moderadora y presidenta saliente de IBBY Internacional, dos grandes defensoras de la poesía, y dialogar con una audiencia que trabaja desde muchos frentes por las niñas, los niños, los jóvenes y su literatura.

Una pequeña caja de poesía latinoamericana lo hizo posible, ya que Chiara Basile, miembro del jurado del Bologna Ragazzi Award en la categoría especial de poesía que otorgó el premio a nuestro libro Cajita de fósforos en 2021, propuso mi participación al comité del congreso. 

Este fue mi tercer Congreso Internacional de IBBY. El primero al que asistí se celebró en Ciudad de México en 2014; recién había terminado un máster en literatura infantil y juvenil y lanzado este blog, y me dediqué a repartir postales para promoverlo. La segunda ocasión fue en Atenas en 2018, donde participé como investigador independiente en las sesiones paralelas para presentar mi investigación sobre poesía latinoamericana, que luego evolucionó en Cajita de fósforos (conté con el apoyo de Evelyn Arizpe de la Universidad de Glasgow para asistir a los tres días del congreso).

Muy agradecido con Chiara y con el comité ejecutivo de IBBY Italia por invitarme al programa general del congreso en Trieste en 2024.

Escondida, Adolfo Córdova y Amanda Mijangos, Cataplum, 2022/Diego Pun, 2023.

 

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¿Ya firmaron?

Aquí un fragmento de la carta escrita por María Teresa Andruetto, Laura Escudero, Matías Trillo y David Wapner: «En 1953, apenas terminada la segunda guerra mundial, la filántropa Jella Lepman en respuesta al genocidio que el nazismo perpetró al pueblo judío, creó la Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil (IBBY) con el fin de promover el entendimiento y la paz internacional, a través de los libros para niños.

‘Anatomía de un genocidio’ se titulaba el informe publicado en marzo de este año por Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados. Entonces concluía que existían ‘motivos razonables’ para creer que ‘se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio'». 

¡Súmate! Firma aquí: https://shorturl.at/4ss2s

 

Entrada No. 263
Autor: Adolfo Córdova. 
Ilustración de portada: Amanda Mijangos para Escondida (Cataplum, 2022 / Diego Pun, 2023).

Fecha original de publicación: 30 de abril de 2025. 

8 Comentarios »

  1. Gracias, muy nutritivos tus envios! PD Compre la Canción de protesta, muy aleccionador. Pero me hicieron falta las canciones…

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