Son tiempos para la poesía. Y aunque en algunos países de nuestra región apenas se publica, en otros, va en aumento. Además, grandes poetas como María Baranda y María Cristina Ramos reciben reconocimientos, e incluso el premio Nobel de Literatura fue otorgado a un compositor.

En España, sin embargo, el ecosistema poético parece más frágil. La escritora y especialista Mar Benegas traza, en tres respuestas, un recorrido que va de la lectura a la creación de una antología poética. Ofrece una mirada sobre la publicación actual de este género literario, menciona autores que le parecen imprescindibles y da su testimonio como compiladora del fantástico volumen 44 poemas para leer con niños.

Para Benegas la poesía es un ecosistema frágil, pero resistente, y cuando entra «a la casa de los niños» se queda y expande sus territorios.

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1. ¿Qué opinas de la producción de poesía para niños en Iberoamérica, en general?

Creo que hay palabras que son incompatibles, que no deberían juntarse, porque que terminan apropiándose, debido a que son las palabras del sistema, el lenguaje del poder que se apropia del sentido y significante de sus acompañantes. Algunos ejemplos: competencias educativas, lectura obligatoria, libros para educar en… (valores, emociones, etc.). Con la producción (término fordista y empresarial) y la poesía me sucede lo mismo, me chirría verlas tan juntas, ¿verdad? La poesía se crea, se cree, se vive… pero, producir poesía, es una catástrofe.

Aunque es cierto: la poesía se escribe y se edita para ser leída, es decir, entra en ese engranaje de producción y mercado, ese es el primer (y casi único) problema al que se enfrenta, al menos aquí, en España: la poesía no sirve para nada ni para nadie, no conoce ni sobrevive a servidumbres o utilitarismos, por eso escasea, por eso a nadie le interesa.

Tuve que investigar sobre el número de libros editados en los últimos años, aquí en España, y, comparativamente al número de libros para niños o de poesía (en general) la poesía infantil está, sin duda, en peligro de extinción (en cuanto a mercado se refiere).

La creación, sin duda, es otro barco, y este sí navega bien. Y la vivencia poética de la infancia sigue tan gozosa, autónoma y en puro movimiento como siempre. Por eso, si se acerca el poema a la casa de los niños, o se acerca la infancia a la casa del poema, el milagro sucede.

En cuanto la calidad, hay poetas que lo son, o; como dijo, tan acertadamente Marina Tsvetaieva; hay poetas con historia y poetas sin historia, ella hacía referencia al poso o la huella que deja lo poético en el ser, en el pensamiento o en la propia forma de vivir. Porque a la poesía puedes entrar, pero no se sale de ella. Y es fácil ver libros de poemas (que no de poesía), escritos con alguna razón alejada del hecho poético en sí mismo. Razón mercantil o educacional, servilista, en cualquier caso. Y sí, existe y sobrevive en algunos libros este tipo de escritura. Lo cual, y teniendo en cuenta la poca circulación de libros de poesía para niños, es un lujo que no debería permitirse.

Pero, del mismo modo y afortunadamente, hay poetas (aquí y allá), que son poetas reales, que atraviesan la poesía y la poesía les atraviesa. Por citar algunos nombres y pidiendo disculpas por los que se quedan en el tintero, que escriben para niños: María Teresa Andruetto, María Cristina Ramos, Iris Rivera, Ramón Iván Suárez Camaal, María García Esperón, María José Ferrada, Eduardo Polo (Eugenio Montejo). En España, podemos hablar de Antonio Rubio, Beatriz Giménez de Ory, Pedro Mañas, Antonio García Teijeiro o Isabel Escudero.

En fin, aunque hay libros (algunos necesarios e imprescindibles) creo que la poesía infantil goza de mejor salud en los países donde hay un apoyo institucional y una voluntad política, puesto que la poesía, como pequeño y frágil ecosistema que es, necesita de unos cuidados que en España no recibe por parte de las administraciones. Es un territorio por conquistar el día que lo poético (o casi lo artístico en general) tenga un mínimo de reconocimiento y cuidado.

"Caminaditos" de María Cristina Ramos y Elisa Arguilé, Los cuatro azules, 2013.
«Caminaditos» de María Cristina Ramos y Elisa Arguilé, Los cuatro azules, 2013.

2. Y en lo particular: ¿qué te llama la atención de lo que has leído? ¿qué zonas te interesan?

A mí, si hablamos de poesía, me interesa todo. No entiendo ciertos debates estériles, me consta (tuve un par alumnas mexicanas que me comentaron este mismo año) que en México, por ejemplo, no se reconoce la poesía de tradición oral como poesía, si no más bien como un género menor. En este sentido; que viene desde el tiempo en que los románticos alemanes desterraron la rima, por pensarla poco culta, o, tal vez, para abrir un brecha que posicionara a los poetas e intelectuales en no sé qué podio imaginario; yo soy de la opinión de que lo poético está vivo y no solamente se lee en los libros.

Me interesa la poesía de lo cotidiano, ver como, a pesar nuestro, las niñas siguen jugando lo poético en los patios de las escuelas. Me interesan las zonas de intersección entre lo poético y lo prosaico, entre el libro y lo habitado (me gusta que la poesía invada los espacios públicos, por ejemplo). No me interesa el libro de poesía más que como un receptáculo, no me interesa el libro como sepulcro de la palabra poética (que es en lo que se convierte si hablamos de infancia). El libro es un lugar, a modo de cáliz o copa, que contiene lo versos y las imágenes que los acompañan, pero como mera transición o modo de “hacerse querer” hasta llegar a la voz viva de lo poético, que lo que habita, realidad, la poesía infantil.

Me interesa que haya mucha poesía para que cada cual encuentre la suya, pero siempre con un gran filtro de calidad, entendiendo que lo poético crece en las manos del buen lector o de la intuición pura del niño.

A partir de estas premisas, algunos libros o autoras me parecen IMPRESCINDIBLES, es un acto de fe personal y totalmente subjetivo, claro, pero para mí nadie debería crecer sin leer a Gloria Fuertes, Gabriela Mistral, Mª Elena Walsh y Maria de la Luz Uribe. Sin conocer el maravilloso absurdo de Edward Lear o a la Sylvia Plath desconocida de El libro de las camas. Todo niño debería recitar en voz alta algún poema de Chamario (Eduardo Polo), o el poema “Sensemayá” de Nicolás Guillén. Conocer el libro Trastario de Pedro Mañas, o saber que, parafraseando a Juan Kruz Igerabide, se puede tener una novia sin que ella nunca lo sepa, o que cuando Nace un niño / el mundo comienza a girar / para él.

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Chamario de Eduardo Polo y Arnal Ballester, Ekaré, 2005.

3. Como poeta y compiladora de poesía, ¿qué consejo darías a alguien que quiera hacer una antología de poesía?

Creo que más que consejos podría explicar mi experiencia; la propia como compiladora, pero también como lectora, poeta y mediadora de lectura especializada en poesía; a esos posibles recolectores de poemas.

Lo que supuso armar 44 poemas para leer con niños (Litera Libros, 2013) fue, sobre todo un reto, un reto que me propuso el editor, Juan Romero. Reto que yo acepté encantada después de dialogar con él y saber que tenía libertad total para su realización.

Hubo algo que me preocupaba mucho y que venía de mi experiencia como mediadora de poesía infantil, y es saber que la poesía no se lee (aquí en España, al menos) y que genera un rechazo (que no vamos a analizar aquí), un rechazo que viene dado, según yo entiendo, por un desconocimiento. Ese fue el primer punto que me interesó: que todas las personas (grandes  o pequeñas) pudieran encontrar al menos un poema (en el libro) que les interesara, no ceñirme ni centrarme en un tipo de poesía o poetas.

Por eso hay una mayoría de poetas vivos y, en muchos casos, ni siquiera escriben poesía infantil. También me interesó romper con esa costra de la poesía como un ente fosilizado, de voces muertas que descansan (en paz) en los libros. Quería un libro vivo, con esos poetas que conozco y admiro. Por desgracia no pudieron estar todos, sería imposible. Aunque no lo parezca es una realidad y una cosa bien terrible que se observa con demasiada frecuencia: tantas antologías donde la voz de los varones es la que manda, con una representación ridícula de poetas mujeres, y que, para más desgracia de los posibles lectores, esos poetas varones están remuertos. Parece que se pretenda convertir a los libros en pequeñas tumbitas poéticas.

El segundo reto que me propuse fue que pudiera acompañar una infancia entera, desde el nacimiento hasta la adultez. Por eso hay poemas para más pequeños y otros que pudieran parecer para personas adultas.

Y, por último, un detalle que creo importante y me dio muchos quebraderos de cabeza: el orden. Qué orden poner. ¿Por edades?, ¿temas?, ¿alfabético? Al final primó un deseo, casi un sueño: que ese libro estuviera al alcance de los niños (como reza en sus guardas) y que pudieran tomarlo en sus manos y saltear páginas de modo que alguno de los poemas que cayera ante sus ojos fuera para ellos. Es decir, están ordenados en la mezcla, para que las manos pequeñas que los hallen no pasen muchas páginas sin encontrar alguno que adoren. Y una esperanza poética: que esos de «mayores», ante los ojos limpios del niño o la niña y sin ser compresibles para ellos, queden como una pequeña semilla, un eco, que al crecer germine y se convierta en árbol del fruto sabroso de la palabra.

DECÁLOGO DE MAR BENEGAS: CÓMO NO LEER UN POEMA.

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mar-benegasMás de Mar: www.marbenegas.es

Ilustración de portada de Guridi para Abecedario del cuerpo imaginado (A buen paso, 2014). 

9 Comentarios »

  1. La escuché en el Fibita 2016 en Buenos Aires y fueron palabras y conceptos esclarecedores. Trazó algunos maravillosos vectores que me resultaron de enorme utilidad en el trabajo que realizo con niños.
    Gracias por esta rica entrevista!!

  2. Estupendas preguntas y maravillosas respuestas de Mar. Me encanta su compromiso con la poesía y su palabra alada para comunicarla. Una de mis poetas favoritas, sin duda.
    A cada lector(a) y mediador(a) correspondería agregar los nombre de otras y otros poetas «imprescindibles», o acaso la condición de «imprescindible» se produce a posteriori de la recepción de su lectura.
    Felicidades por tu excelente trabajo, Adolfo. Abrazos.

    • Muchas gracias, querida María Esther. Coincido contigo en lo que dices de Mar y en la tarea del mediador. El ejercicio de construir itinerarios lectores propios con obras «imprescindibles» da fortaleza. Aunque es interesante eso que apuntas sobre la recepción. Creo que sí, a veces sucede después, uno acerca obras y autores también para observar qué sucede. ¿O a qué opinan? ¡Abrazos!

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