Toda literatura defiende algo. Sea o no un objetivo consciente, las palabras conectan a los lectores con realidades e ideologías. Pero ¿cómo hablar de los estilos de vida que consideramos más incluyentes, tolerantes y armoniosos sin sermonear? ¿Cómo evitar la escritura panfletaria y regañona que tanto aburre y aleja a niños, jóvenes y adultos?

Distintos son los frentes y las gracias. La temática ambientalista, por ejemplo, es una de las que más interés ha despertado. Nombrar una realidad más cercana a la naturaleza y más sensible a los problemas ambientales parece tan loable que muchos creadores lanzan caperucitas ecológicas o manuales para salvar al mundo que no dejan mucho espacio para la imaginación.

Pero también hay escritores, ilustradores y editoriales que superan el nivel del contenido explícito y cuentan historias o provocan risas o promueven procesos de impresión que dicen más que «vive verde». Tienen un «efecto ecológico», sin buscarlo, ya sea por su prosa poética llena de aves y árboles, como expresa David Almond; o al dibujar una caricatura del Duende Verde con una intención humorística, como hace Alberto Montt; o por el proceso de manufactura artesanal en cada página, como propone la editorial Leñateros.

Ilustración de Luis Safa.

 

‘Llevar a las palabras de paseo’: David Almond

A David le gusta estar afuera. Ver las extensiones de playas desoladas y salvajes. Identificar cantos de aves e internarse en los bosques. En su libro Mina (Ediciones Castillo, 2014), una niña descubre el mundo con tanta fascinación que pareciera imposible no querer proteger sus maravillas.

“¡Estoy en mi árbol y los pájaros ya pusieron sus huevos! Tres. Son de un verde azulado con manchas color café, y son absolutamente hermosos”, dice Mina, quien ama pasar las tardes subida a un árbol en el jardín de su casa e imaginar la vida de los búhos en la oscuridad. Luego se pregunta: “¿El jilguero sabe lo hermoso que es? ¿Algún pájaro lo sabe? ¿sabe lo hermoso que es su canto? Si lo supiera, tal vez intentaría ser menos maravilloso”.

David no dice textualmente “cuida tu mundo”, pero a través de los ojos de sus personajes contagia las ganas de hacerlo. Le interesa conectar al lector con su naturaleza, con un “estado salvaje”, con los ciclos naturales, y hasta lo invita a imaginar que es un polluelo adentro de un huevo, a punto de salir.

“Mi siento en un árbol, canto como las aves, mi pico es pluma, mis cantos son poemas”, escribe Mina.

Desde ese “estado salvaje”, siempre en movimiento y siempre consciente del entorno, uno puede imaginar que es otras especies y preguntarse, por ejemplo: “¿Cómo podría un pájaro nacido para gozar sentarse en una jaula y cantar?”, o fantasear con un nuevo planeta donde la forma de vida dominante tenga alas.

David vive en el norte de Inglaterra y es uno de los autores de libros para niños y jóvenes más reconocidos del mundo. Mina es un libro que habla mucho de él, de su propia forma de ser, de sus caminatas al aire libre, pues “escribir es como llevar a las palabras de paseo”, dice. Un paseo, que en Almond, es natural y boscoso. Mina no quiere salvar al mundo, pero después de leer sus palabras, uno quisiera que el mundo durara siempre.

 

‘Un granito de arena es un granito de arena’: Montt

“Sin duda el humor es una punta de flecha que te permite, por su simpleza y agudeza, graficar la realidad de manera eficiente y transmitir mensajes con suma claridad”, afirma el humorista gráfico chileno, Alberto Montt.

En sus tiras cómicas, compiladas en la serie de libros En dosis diarias (Sexto Piso), los animales y las plantas hablan todo el tiempo, los olmos están hartos de que les pidan peras, Dios y el diablo juegan al cambio climático y Aquaman se ahoga con un pedazo de basura.

Montt cree que es mucho más fácil mostrarle un problema a una persona haciendo un chiste que con una crítica directa.

Montt1

“Temas ambientales y sociales me son muy importantes porque siento que no tomamos conciencia de su magnitud. Estamos hasta el cuello y a veces siento que no nos daremos cuenta hasta que nuestras narices se hundan”, dice.

Pero no trata de pontificar al respecto, sus viñetas muchas veces son una crítica a sus propias acciones. Otras, hace lo que muchos ambientalistas intentan: que el lector, la sociedad cambie de perspectiva, vea las cosas desde un lugar más empático, pero Montt lo hace con ironía y juego. Se burla del ecologismo, pero lo pone en la agenda.

“No sé si sirve, un granito de arena es un granito de arena y está bien ponerlo mientras no sea en el ojo ajeno”.

 

Imprimir para cambiar al mundo: Taller Leñateros

Ubicados en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, este colectivo de artistas mayas mete las manos de principio a fin en cada proyecto de libro sin culpas ambientales. Fue creado por la poeta Ámbar Past hace casi 40 años y busca revalorar y difundir la sabiduría autóctona, la literatura en idiomas indígenas, las artes plásticas y el códice pintado.

Extraen los colorantes de hierbas silvestres y reciclan desperdicios agrícolas e industriales para transformarlos en libros.

Uno de sus libros más emblemáticos, Bolom Chon. Ruge como un jaguar, con serigrafías originales, papel hecho a mano y un CD donde cantan mujeres y niños tsotsiles cuatro versiones distintas de la canción «Bolom Chon». «Bolom», en tsotsil, quiere decir jaguar, tigre, gato, cualquier felino. «Chon», no tiene una traducción directa, forma una suerte de palabra compuesta con «Bolom» que refiere al jaguar.

Aunque, como explica Sara Miranda Icaza, quien colaboró con Ámbar Past para diseñar el libro al preguntar a distintas personas cada una tenía un significado diferente. «Resulta difícil describir qué es el Bolom Chon, pero precisamente fue ese toque de misterio y ambigüedad lo que hizo tan fascinante el proceso de diseño del libro (…). De lo poco que sabíamos de cierto es que el Bolom Chon es una canción muy popular entre los indígenas de los Altos de Chiapas que no tiene contexto ritual específico, se canta de relleno durante las fiestas y algunas curaciones, y que a cualquier niño podría resultarle simpática».

«El texto que lleva el libro es resultado de la recopilación y adaptación de varias versiones distintas de la misma canción, ya que en cada región, y cada persona, se canta de distinta manera». La experiencia completa sobre el proceso de diseño de este libro se puede leer aquí.

Algunas de las portadas de los libros de Leñateros, hechas con cartón reciclado, recuerdan la tendencia mundial de editoriales “cartoneras”, que reutilizan este material y promueven el comercio justo. Por su respeto al medio ambiente y rescate de la literatura de tradición oral en lenguas originarias han sido reconocidos por diversas instituciones como Conaculta y Unicef.

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