El ¡BOOM! que hizo ¡PLOP!
Tenía una sospecha. Tal vez era un deseo. Al final resultó una carta a Santa Clos. Creí que podía escribir un artículo sobre la ebullición que vive la literatura infantil […]
Expediciones a la literatura infantil y juvenil
Tenía una sospecha. Tal vez era un deseo. Al final resultó una carta a Santa Clos. Creí que podía escribir un artículo sobre la ebullición que vive la literatura infantil […]
¿Mi sospecha? Sentí que las miradas de los niños y jóvenes del mundo (mejor dicho: de los que califican los libros para niños y jóvenes) volteaban a Latinoamérica. Que estábamos viviendo un momento de ebullición en producción editorial, premios, distribución, investigación, congresos, traducciones; que los grandes en la tradición del libro para niños: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España, Alemania… nos veían con interés (creo que aquí mi tema empezaba sonar a épica fantástica); que el castellano y el portugués estaban de moda y todos querían conocer lo que estábamos escribiendo (aquí ya, de golpe, Santa Clos pide ayuda a los Reyes Magos).
¿Mis evidencias?
¡Pero si México fue sede del encuentro de LIJ más importante del mundo! ¡El Congreso Internacional de IBBY!
Me responden: Fue un concurso y México ganó porque cumplió con los requisitos. Canadá, que también quería la sede, es frío y no tiene tacos.
¡Pero si ya van dos premios Hans Christian Andersen al hilo que caen en Sudamérica (Maria Teresa Andruetto, Argentina, 2012; Roger Mello, Brasil, 2014); y un premio Memorial Astrid Lindgren a la argentina, Isol, en 2013. Son los “pequeños Nobel” de la LIJ ¿No?
Me respondo: Lygia Bojunga Nunes ganó el Lindgren y el Andersen. Eso (que solo han conseguido unos poquísimos como Maurice Sendak y Christin Nöstlinger) no significó una mayor distribución ni traducción, ni siquiera en América Latina, donde se lee infinitamente más a Oliver Jeffers (tan tierno el pingüinito, no hay quien lo niegue). Hago una búsqueda rápida en las tres únicas, es decir, ¡principales! librerías de México y ninguna tiene títulos de Lygia Bojunga Nunes.
Ni Latinoamérica voltea a ver a Latinoamérica (salvo que sea un partido de fut). Cuando Andruetto ganó el Andersen solo se conseguía un título de ella en una que otra librería de la ciudad de México. ¿Hubo una explosión después del premio? No realmente. ¿Algún libro ilustrado por Roger Mello? Ninguno. Si uno lee la lista de ganadores de estos dos prestigiosos premios e introduce uno que otro nombre en los buscadores de librerías: “No encontramos ningún producto que coincida con tu búsqueda”.
Los premios traen prestigio y pueden favorecer la distribución y las traducciones. Pueden. En la LIJ abundan esta clase de posibilidades inéditas.
La especialista Ana Garralón lo confirma: “No conozco muchos autores que sean un éxito en su país y, al mismo tiempo, sean leídos en otros lugares. Lo que veo es un retroceso grande en la distribución/difusión de autores. La globalización ha propiciado un extremo localismo. Muchas editoriales pequeñas y transnacionales que potencian autores nacionales porque es más fácil llegar a escuelas y es menos difícil la distribución. Se da el caso de autores latinoamericanos publicados en España y esos libros no llegan a sus países. Estamos, yo diría, más que ante un boom, ante una burbuja editorial”.
Y habría que añadir que esas publicaciones concebidas solamente para vender en escuelas (el GRAN negocio editorial), producen el “fenómeno fantasmagórico del efímero libro escolar”: visibles en las aulas un año, invisibles para el resto del mundo el resto del tiempo. Es decir, muchos buenos autores son leídos por cientos de niños como parte de planes lectores y… ¡colorín colorado! No se encuentran en librerías, no se hacen presentaciones de sus libros ni se contrata a un cuentacuentos para que haga malabares con la historia. El extremo localismo que menciona Ana no solo hace que en Latinoamérica no leamos a muchos de los latinoamericanos, en México no leemos a muchos de los autores de LIJ mexicanos porque es imposible encontrar sus libros.
Otro colega, especialista en LIJ, Luis Téllez, reconoce que éste es uno de los principales problemas que enfrenta la literatura infantil en el país.
Pero vuelvo al BOOM: ¡Verónica Murguía ganó el Premio Internacional Gran Angular! Siempre lo ganan españoles, solo el chileno Manuel Peña lo había obtenido en 1998.
Me responden: Los españoles también se sorprendieron que fuera una mexicana. Por el seudónimo y la erudición en la prosa creían que era un catedrático de Palencia, no una paisana del Chavo del Ocho.
¡Pero la especialista francesa Joëlle Turin publicará un estudio del libro álbum en Latinoamérica! ¡Aparecerá primero en español que en francés!
Me responde Turin: Fue un encargo del Fondo de Cultura Económica, a partir de un libro que sí existe en francés. Fue una labor muy importante, pero ¿en Francia? ¿La peog señoga del mundo? ¿Quién es esa?
¡Pero una editorial transnacional de origen inglés publicará su primera colección de ficción de literatura infantil y juvenil en México, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador! Debe haber cifras y proyecciones favorables para la región.
Me responde el escritor y codirector de Fundación Cuatrogatos, Antonio Orlando Rodríguez: la sobreproducción de títulos de las transnacionales a veces es contraproducente: con tal de cumplir un plan editorial, se sacan autores de la manga y se publican obras de bajísima calidad.
Mi idea del BOOM, continúa Antonio, tiene que ver más con coincidencias. Una serie de eventos afortunados, algunas excepciones, que han dado mayor visibilidad, pero que no han cimbrado como una bomba, ni generado un interés permanente.
Sí hay más escritores, más ilustradores, más temas, mejores propuestas, más editoriales independientes, publicaciones críticas, más encuentros… pero no es un ¡BOOOOM! que resuene en todos rincones y con una consistencia de autores.
¡Hombre al agua!
Pero ¿hará falta? María Teresa Andruetto expresaba en su discurso de aceptación del Andersen hace dos años que el castellano se mantenía en la periferia y casi al margen de las traducciones, pero también defendía la particularidad de la lengua. No le asustaba que algunos de sus libros no pudieran ser leídos en todas partes, prefería conservar los regionalismos que neutralizar el lenguaje. No todos los libros son para todos, me dijo. ¿Extremo localismo?
La cuestión es que sí hay un imperio en las librerías: el de las traducciones de títulos estadounidenses e ingleses, el de la novela juvenil de calidad dispareja, el del libro álbum que se editó por primera vez hace 20 años y que es mejor seguir reeditando “porque se vende muy bien” que intentar con nuevos autores e ilustradores de la región.
Más que un BOOM, lo que tenemos son espacios que se consolidan, dice la investigadora Brenda Bellorín. Su par, Fanuel Hanan, coincide: “En realidad no sé si se trata de un BOOM sino de un natural estado de desarrollo que ahora eclosiona como parte de muchos esfuerzos sostenidos, de una mayor apertura en lo global a conocer realidades distintas y a esfuerzos a veces imperceptibles de personas e instituciones que han hecho posible que muchas miradas se posen en este interesante conjunto de autores e ilustradores”.
Pero también hay retrocesos. Cristina Urrutia, de Ediciones Tecolote, cuenta que este año el famoso programa de adquisiciones de la SEP (Libros del Rincón) seleccionará solo 39 títulos. En años anteriores la secretaría compraba cerca de 70 títulos y en ciclos como el 2005-2006 había compras de más de 300. Este programa hizo grandes a las editoriales medianas, medianas a las pequeñas y condujo a la generación espontánea de otras tantas. ¿Y ahora quién podrá ayudarlas?
Paola Zorrilla, un “curiosa del tema”, me hace ver otro aspecto más: ¡casi todo se imprime en China! La industria de la LIJ ni siquiera fortalece a los impresores latinoamericanos.
Creo que falló mi hipótesis antes que pudiera llamarla hipótesis y no carta de deseos. Algo queda, sin embargo, de intuición. Sigo pensando en ejemplos y aparece el Banco de Libro de Venezuela y todo su trabajo por proyectar a la región. Luego recuerdo todas las actividades que han arrancado en la Biblioteca Vasconcelos de la mano de Daniel Goldin y Carola Diez. El Programa Universitario de Fomento a la lectura de la UNAM y las Jornadas LIJeras que organizaron (tres exalumnas de Letras) por primera vez a finales de septiembre…
¿Coincidencias? ¿Eventos aislados?
Si insisto, me dicen que hay cifras negativas en Colombia y en España, donde ha bajado la producción de libros para niños, o que algunas editoriales de LIJ se han puesto a publicar libros que ofrecen tips de belleza y para conseguir marido.
¡Está bien! tal vez no hay BOOM, tal vez, como dice Luis Téllez, es un espejismo… Y solo hubiera funcionado un título para el artículo que no escribí: “Vivió México BOOM infantil (en septiembre)”.
Tenía una sospecha. Terminé una carta. ¿Dónde consigo timbres para el Polo Norte?
5 de los 10 libros más leídos en el mundo son algunos de los favoritos de niños y jóvenes: las sagas de Harry Potter, de El señor de los anillos y de Crepúsculo (aunque no a todos nos guste), El Alquimista y El diario de Ana Frank.
Gracias, Adolfo, por tu claro panorama.
Me hace repensar la idea
y recrearla.
Mi abrazo siempre