¿Adónde llevas ese libro, Pau? A la escuela, lo estoy leyendo en el recreo. Pero se te puede ensuciar. ¿Y qué? ¿Y si le cae salsa cátsup? Pues se la limpio con una servilleta. Pero tus compañeros te lo van a pedir. ¿Y qué? cuando termine se los presto. No me gusta que andes aislada todo el tiempo. No ando aislada mamá, solo leo, y a veces Juliana y Luisa vienen y leen conmigo. Sí, pero el recreo es para jugar. Claro que no, el recreo es para que uno haga lo que quiera. ¡Deberías hacer más ejercicio! Déjame en paz, mamá, ¡tú también deberías hacer más ejercicio y no te digo nada! ¡Paulina!

El timbre anuncia el recreo y se arman los grupos para la reta de futbol o la batalla pirata, el ensayo de baile o el intercambio de estampas.

Pero algunos, hoy deciden buscar una sombra para comer su refrigerio mientras terminan de leer esa historia del tesoro que no pueden soltar o ir a la biblioteca de la escuela a buscar una aventura en la selva.

Un libro siempre será un buen compañero y estará a la espera de un lector”, dice Roberto Sotelo, destacado especialista en literatura infantil y juvenil y promotor de lectura.

bibliotecamrz.blogspot.mx
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Y ante las voces de algunos adultos, como la mamá de Paulina, que asocian la lectura con el estudio y el recreo con la actividad física, Roberto recuerda que hay tiempo para todo.

“Para el juego, para la lectura, para la conversación, para la actividad física y también para el descanso y la meditación. El recreo es un tiempo libre y propio de los chicos y, por lo tanto, tienen que tener la libertad de hacer lo que les genere placer en ese momento.

“No tiene nada de malo si desean utilizarlo en una actividad como la lectura. Posiblemente el libro que tienen en sus manos está acaparando en ese momento toda su atención y entonces aprovechan cualquier momento libre para continuarlo. En otro momento el juego u otra actividad serán centrales en sus vidas”.

Marta Polimeni, reconocida profesora y bibliotecaria, critica que muchas veces los padres supongan que los niños rechazarán leer entre clases.

“A los niños no les gusta leer’, dicen, pero los que estamos con ellos y con los libros sabemos que es un encuentro feliz y deseado y que a los niños sí les gusta leer y mucho.

“Hay que disponer de un espacio más o menos acorde a sus necesidades, una buen fondo bibliográfico, aunque no sea muy numeroso, y un tiempo que puede ser acotado como el del recreo”.

Y si la biblioteca escolar está cerrada en el receso, Marta recomienda que los niños exijan que se abra.

En su experiencia como bibliotecarios, ambos especialistas coinciden en que muchos niños buscan pasar su recreo en la biblioteca, no solo para leer individualmente, también para compartir un libro o jugar con un libro recreativo, de adivinanzas; y también para jugar cartas u otros juegos tranquilos o conversar entre ellos y con el bibliotecario.

¿Cómo te fue en la escuela, Pau? ¡Bien! ¿Qué aprendiste? ¡No te imaginas! ¡¡¡Qué!!!

¡Un nuevo conjuro de magia! ¡¡Paulina!!

 

 

 

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