En la carta, Wilhelm decía: “Por el momento no conocemos a ningún artista con una habilidad similar”.

La primera edición ilustrada de los Kinder- und Hausmärchen (Cuentos de la infancia y el hogar), de Jacob y Wilhelm Grimm, apareció en Londres en 1823, bajo el título de German Popular Stories [1]. Como era habitual en aquella época, George Cruikshank, reconocido grabador y caricaturista, ni siquiera aparecía en los créditos del libro que había ilustrado. Sin embargo, ese mismo año, Wilhelm decide escribir a Edward Taylor, traductor y antologador de los cuentos en inglés, para expresarle cuán sorprendidos y complacidos estaban con el trabajo de Cruikshank. Quizá, finalmente, Jacob y él debían ceder a la insistencia de su editor alemán de publicar una edición ilustrada en la Confederación Germánica.

Pero, ¿quién sería capaz de acompañar aquellos cuentos populares —proyecto de identidad de una Alemania en ciernes— en los que habían trabajado más de veinte años (y que seguirían ampliando y corrigiendo por veinticinco años más)?

En la carta a Taylor, después de darle vueltas, Wilhelm se lamentaba: “Por ahora no conocemos a ningún artista con una habilidad similar [a la de Cruikshank]”.

A pesar de que tenían un hermano pintor, grabador y dibujante, graduado de la Academia de Artes de Múnich: Ludwig Emil Grimm. 

Autorretrato de Ludwig Emil Grimm (1813). Su trabajo, poco reconocido, casi olvidado, fue clave en la popularización del libro de cuentos recopilados por Jacob y Wilhelm, hito en la historia de la literatura infantil.

 

 

1790-1809

Dibujo a lápiz de sagrada familia con hermanos desdibujados y diente de leche. 

Los hermanos Grimm no eran dos ni tres, eran nueve. Ludwig Emil fue el sexto. Entre quienes estudian su obra es conocido como el tercero, ya que es el único, además del dúo célebre, que pasó a la historia por sus aportes artísticos. Eclipsado por los hermanos mayores, desempeñó el papel conservador del hermano pequeño, secundario, destinado a heredar la ropa de los primeros.

Si su nombre no se borró por completo, como podría decirse sucedió con los otros, fue gracias a sus lápices, que retrataban cada momento de la vida de Jacob y Wilhelm.

Ludwig nació en Hanau, Alemania, el 14 de marzo de 1790, hijo del abogado burgués y funcionario local, Philipp Wilhelm Grimm, y de Dorothea Zimmer. Tres de sus ocho hermanos murieron antes de cumplir el año. Luego de Ludwig, sobrevivió la única hija, Charlotte, “Lotte”, la más pequeña y cercana al pintor, y quien, a los 15 años de edad, al morir la madre, tendría que encargarse de la casa familiar.

Antes de Ludwig, estaba Ferdinand Philipp, quien ayudó a Jacob y Wilhelm a recopilar algunos de sus Cuentos de la infancia… y publicó sus propias colecciones, pero, tal vez intimidado por la fama del par, siempre lo hizo bajo seudónimos. De hecho, aconsejado por ellos, se mudó a Berlín y trabajó un tiempo como corrector de pruebas de Georg Reimer, el editor de sus hermanos. Intentó abrirse paso como poeta pero murió sin alcanzar reconocimiento.

Antes de Ferdinand, Carl, quien probó suerte como comerciante, sin éxito, y terminó por volver a la senda consanguínea: profesor de idiomas y editor de un tratado de contabilidad.

Y, antes de Carl, Jacob y Wilhem, de quienes sabemos casi todo. A un grado que no extrañaría que alguien ya hubiera imaginado clonarlos: en el Grimmwelt o Mundo Grimm en Kassel, el museo más importante dedicado a este binomio, detrás de una vitrina, dentro de una cajita entreabierta, sobre una almohadilla de terciopelo, descansa un diente de leche de Jacob.

Y tienen más. Tras bambalinas, explica en entrevista Sabine Schimma, curadora del museo, guardan otras piezas dentales de ambos hermanos, y —también expuestos— desde instrumentos de lectura y escritura básicos, como lupas y plumas de ganso, hasta hojas de árboles secas recolectadas por Wilhelm en sus habituales excursiones al bosque. Además, por supuesto, sus bibliotecas personales que incluyen títulos como Las mil y una noches, los Cuentos de Mamá Oca de Perrault y El Pentamerón de Giambattista Basile, junto con las copias personales de los dos volúmenes de la primera edición de Cuentos de la infancia y el hogar, con sus numerosas correcciones manuscritas.

Un nombre entre paréntesis aparece una y otra vez al pie de muchos de los grabados, aguafuertes, pinturas y dibujos a lápiz que completan la exposición: (Ludwig Emil Grimm, 1790-1863) [2].

.

1809-1816

Aguafuerte de maestro en el MET y viaje a Italia sin Napoleón.

Un año después de la muerte de su madre, en 1809, y apoyado por Jacob y Wilhelm, Ludwig ingresó a la recién creada Academia de Bellas Artes de Múnich. Era parte de la segunda generación de estudiantes y tuvo como maestro al renombrado grabador Carl Ernst Christoph Hess, de quien hizo un aguafuerte que hoy, junto con otros grabados y dibujos, se conservan en la colección del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Ludwig había demostrado talento como dibujante desde la adolescencia y desde entonces y, hasta su muerte, fue el retratista oficial de la familia: comidas campestres en las afueras de Kassel, encuentros con amistades influyentes en castillos, nombramientos públicos en salones universitarios, partidas de poch (una especie de póker), cenas al atardecer en el jardín, mudanzas, tertulias literarias o círculos de lectura (que Jacob y Wilhem organizaban con frecuencia) y muchos retratos por encargo: Wilhelm Grimm con toga en la facultad de filosofía de Gotinga; Jacob y Wilhelm en banca de parque; Wilhelm Grimm, de cara completa, con un poco de bigote; Jacob en su habitación; Wilhem escribiendo en su escritorio; Jacob dando clase.

En 1814, cuando finaliza sus estudios y regresa a Kassel, Ludwig, idealista y suscrito al movimiento romántico, participa como oficial en el ejército germánico en una campaña contra Napoleón, breve, pues el imperio del francés tiene ya los días contados.

Más allá del mundo Grimm, Ludwig disfrutaba dibujando paisajes, escenas cotidianas de gente de campo en su traje tradicional, niños y niñas jugando y memorias de sus viajes. En 1816, publica una primera serie de grabados inspirados en un recorrido que hace por Italia en el que se ve influido por los Nazarenos, un grupo de alemanes, radicados en aquel momento en Roma, que retomaron el arte cristiano de la Edad Media del Renacimiento temprano para reconectarse con una espiritualidad que creían perdida.

Ludwig no se queda mucho tiempo con ellos, pero sí el suficiente como para colocar un gran ángel con las alas abiertas en un grabado de 1819, clave en su incipiente carrera.

 

1819-1925

Grabado en placa de cobre con seis líneas de correcciones y una palmadita de Goethe 

George Reimer, el principal editor de las siete ediciones de Kinder- und Hausmärchen, los Cuentos de la infancia y el hogar, llevaba años intentando convencer a Jacob y Wilhelm de publicar una versión ilustrada de sus relatos. Los hermanos se negaban, pensaban que restaría seriedad a todo el cuerpo de su trabajo que comprendía, entre otros, el Diccionario Etimológico Alemán y la Gramática Alemana. [3]

No obstante, en 1819 aceptaron que Ludwig realizara un grabado para la portada de la segunda edición, corregida y aumentada, de sus cuentos. El relato que pidieron a Ludwig que ilustrara, claro: “Pequeño hermano, pequeña hermana”.

El libro tuvo una buena recepción y entre los niños y niñas iba creciendo el rumor de unas historias llenas de brujas, hadas y crímenes irresistibles.

Pero hubo dos eventos que provocaron la rendición de los Grimm: La edición inglesa de 1823 con las detalladas ilustraciones de George Cruikshank, cuyo fino humor deleitó a Wilhelm, y que tuvo tanto éxito que el mismo año se reimprimió, y la publicación, en 1824, de una crítica muy favorable sobre el trabajo de Ludwig en el libro Über Kunst und Alterthum (Sobre el arte y la antigüedad) firmada por un tal Johann Wolfgang von Goethe.

Aunque en un principio lo habían descartado (“por el momento no conocemos a ningún artista con una habilidad similar”), finalmente encomendaron la misión a Ludwig. Como sería una edición especial, sí pensada para un público infantil, habría que descartar algunos de los cuentos más sangrientos (como “El enebro”, aquella historia en la que una madre decapita a su hijo y luego lo descuartiza, cocina y sirve a su marido, sin que él sepa que está comiéndose a su prole) y matizar otros (volver madrastra a la madre de Hansel y Gretel, por ejemplo).

Ludwig debía preparar siete placas, pero antes realizó muchos bocetos que eran meticulosamente revisados por Wilhelm. En el Museo de Historia de Hanau se conservan varios. La Dra. Vera Leuschner, una de las mayores especialistas en el legado de Ludwig, me comparte un pequeño tesoro, seis líneas de correcciones que Wilhelm hace al pie de un boceto para «Hansel y Gretel»:

“Debe ser mucho más fantástico y de cuento de hadas. La vieja bruja debe estar de pie, encorvada, frente al pequeño establo y tocando el hueso que Hansel estira en lugar de su dedo, para averiguar si ya está lo suficientemente gordo. Así uno se dará cuenta inmediatamente de lo que está pasando. De preferencia debería ser de noche. La hermanita debe sostener el candil y detrás de ella debe haber un pozo con una cubeta llena de agua en la que se refleja la luz. En el techo del establo debe haber una paloma blanca y en el techo de la cabaña de la bruja un gato negro, al acecho, listo para saltar sobre la palomita. En el fondo, abetos, a través de los cuales brilla la luna. Alrededor de la casa de la bruja, hierbas venenosas, cardos, maleza…”.

Ludwig Emil Grimm (1825).

Hoy, algunos considerarían ofensivo dar este tipo de anotaciones a un ilustrador de publicaciones infantiles, pero entonces era una figura tan poco valorada que ni siquiera se incluía su nombre en el libro (todavía no nacía Gustave Doré). Cuando mucho, y según la calidad de la impresión, se alcanzaba a distinguir una firma al pie de la imagen. Un menosprecio que todavía experimentan muchos profesionales actualmente.

Aunque de igual manera otros podrían decir que Wilhelm estaba fungiendo de editor; figura debilitada en la industria editorial infantil y juvenil contemporánea (sobre todo frente al ilustrador, al que, en muchos casos, no se edita en absoluto).

“L. E. Grimm” hacía casi todos los cambios que pedía Wilhelm.

Fue esta edición especial ilustrada —que también incluyó grabados de “La Cenicienta”, “Caperucita”, “La Bella Durmiente” y “Blancanieves”— y ninguna de las dos anteriores o de las cinco que circularon después, la que se volvió un hito en la historia de la cultura. Fascinó a niños y niñas y empujó la historia de la literatura infantil, recorrió el mundo, se tradujo a más de 160 idiomas y consagró a los Hermanos Grimm. A dos de ellos. Aun si las fuentes coinciden: para que el fenómeno ocurriera fueron necesarios los grabados del olvidado Ludwig. [4]

Esta primera edición ilustrada está firmada como «Die Bruder Grimm», es decir por los «Hermanos Grimm». Ahora sabemos que la firma comprende a tres de ellos y podríamos empezar por decir: Cuentos de la infancia y el hogar por Jacob, Wilhelm y Ludwig Grimm. 

Portadilla de la primera edición ilustrada de los Cuentos de la Infancia y el hogar 1825.

 

1825-1863

Cómic de cerdita para divertir a una hija y autobiografía

Algunos años después de hacer historia, Ludwig obtiene la cátedra de Historia de la Pintura en la Academia de Bellas Artes de Kassel. Contrae matrimonio, nace su hija Friederike (Ideke), enviuda, vuelve a casarse y en 1850 publica la fascinante Breve biografía de una extraña y amorosa cerda nacida en Ihringshausen en 1849, sin correcciones de Wilhelm.

Allí, el artista cuenta con ilustraciones y textos breves, escritos a mano y dispuestos en un pergamino de siete metros de largoel nacimiento, celebridad y muerte de la cerdita. Acostumbrado a escribir pequeñas frases al pie de sus retratos familiares o paisajes de viaje, es considerado uno de los pioneros del cómic. Recientemente la editorial alemana Round not square publicó una versión facsimilar de la tira. Los editores destacan la anticipación de Ludwig al cómic moderno y su voluntad por explorar la materialidad en forma de pergamino. [5]

Hacia 1860 empezó a tener problemas de salud que le impedían dibujar hasta que, en 1863, murió de neumonía.

Había concluido una extensa autobiografía de casi 700 páginas donde escribe a detalle quién era él, sin intenciones de publicarla. [6]

Los cuatro hijos de Lotte Hassenpflug (Lotte Grimm) e Ideke, hija de Ludwig Emil Grimm (1837–38).

 

NOTAS

Grabado de George Cruikshank para la primera traducción y edición ilustrada de los Cuentos de la infancia y el hogar (1823).


[1] El libro ilustrado en inglés, integrado por 31 cuentos y 12 grabados, tuvo tanto éxito que se publicó una segunda edición el mismo año y un segundo volumen tres años después en 1826, nuevamente con grabados de George Cruikshank. Este hecho sin duda hizo que Jacob y Wilhelm reconsideraran publicar una edición ilustrada también en Alemania.

[2] Todavía hoy, en muchos casos, el nombre del ilustrador se escribe «entre paréntesis»: en otra tipología, con un puntaje menor o debajo del nombre del escritor. Y aunque se ha avanzado bastante en su reconocimiento (lo que también ha derivado en la figura del ilustrador «intocable» al que no se le comentan/editan sus imágenes, problema de otro costal —igual que a los escritores consagrados que nadie edita), todavía es frecuente notar que ocupen un segundo plano.

[3] «No eran libros para niños. Nunca escribimos libros para niños, Wilhelm. Tú lo supiste enseguida, antes que yo. Por eso te opusiste, de entrada, a las censuras (que considerabas timoratas) y disentías con los editores sobre la necesidad de ilustrarlos», fragmento de una carta de Jacob Grimm para su hermano Wilhelm, incluido en el libro 22 cartas extraordinarias de escritores muy reales de María Negroni (Demipage, 2017). Consta que ni Jacob ni Wilhelm escribieron pensando en un niño o niña lector, como sí lo hizo el hermano olvidado por la historia de la literatura infantil.

[4] Aquí se puede ver y descargar gratuitamente la edición especial ilustrada de Cuentos de la infancia y el hogar completa: https://bit.ly/2HF0Zmb, que, por cierto como fue «edición especial» nunca fue considerada formalmente en el registro bibliográfico que hicieron Jacob y Wilhelm de su obra. 

[5] Se hicieron dos ediciones, una que recupera el formato original (una tinta y textos escritos a mano) y otra más moderna (coloreada y textos transcritos). Dicen los editores de Round not square sobre Ludwig: «Solo ahora se descubre su genio: Grimm dibujó varias tiras cómicas en rollos de papel hechos a mano, preparando el camino para clásicos tan célebres como «Max y Moritz» de Wilhelm Busch». Aquí se puede adquirir y leer más de esta rareza: https://bit.ly/2WrbWAa

[6] En 1911, Adolf Stoll la publica con Hesse & Becker y escribe un prólogo cuyo epígrafe es una cita de Wilhelm Grimm quien a su vez cita a Martín Lutero: «No quiero —ni por oro— prescindir de los cuentos maravillosos que traje de la infancia de mi padre, igual que de las historias con las cuales me encontré en mi propia vida». La autobiografía completa en alemán se puede ver aquí: https://bit.ly/30LF7x7

 

LA HISTORIA DE ESTA HISTORIA

El segundo Partenón de libros prohibidos de Marta Minujín hecho para Documenta en 2017.

Descubrí que existía un tercer hermano Grimm en el verano de 2017, mientras realizaba una estancia de investigación en la Biblioteca Internacional de la Juventud, en Múnich. Pero no fue ahí, en la biblioteca interminable, de 600 mil libros, que lo encontré. Mariela y yo queríamos salir un poco y viajamos a la ciudad de Kassel al festival de arte Documenta que se realiza allí cada cinco años. Además de asistir a este emblemático evento me entusiasmaba visitar el Grimmwelt, el principal museo de los hermanos Grimm en el mundo. Me sorprendió su compleja y moderna museografía, articulada con palabras del diccionario alemán (vinculadas a la vida de los hermanos) sin ningún orden alfabético. Y también la cantidad de datos y objetos personales de los Grimm. Y las salas interactivas con abundantes recursos transmedia. Pero, dada mi afición a los personajes secundarios, lo que más curiosidad me despertó fue leer y leer otro nombre de pila frente al apellido-marca. ¿Ludwig Emil? Tomé la mayor cantidad de fotos posibles dispuesto a escribir algo al respecto. Sin embargo, un enigma virtual hizo que perdiera todas esas imágenes con información clave (estaba prohibido fotografiar, quizá fue un acto de justicia divina grimmniana o alta inteligencia alemana). Me consolé pensando que tenía algunas notas y que algo podría encontrar en internet y preguntando por correo electrónico al personal del museo. Pero lo dejé pasar. Hasta que casi un año después, cuando Paola Morán, editora en Turner y ex directora de la FILIJ, me contactó con Javier Ledesma, coordinador editorial de la Revista de la UNAM, pues pensaba que podía interesarme hacer una colaboración para una nueva sección de la revista: «Personajes secundarios». Había llegado el momento de Ludwig, dijo que sí y empecé. Pero fue tan intrincado el camino que debo agradecer.

 

AGRADECIMIENTOS

Terminar este artículo me llevó más de seis meses dada la poquísima información comprobable y específica que existe de Ludwig Emil. No entendía ni jota de lo que encontraba o me enviaban pues, naturalmente, estaba en alemán. Pero fui avanzando con aquello en inglés y con la orientación de Sabine Schimma, curadora del Grimmwelt, quien respondió a mis preguntas y clarificó datos, y, sobre todo, a través de una serie de entrevistas que le hice a la Dra. Vera Leuschner, especialista en Ludwig Emil Grimm, entre finales de junio y principios de octubre de 2018. Allí, en nuestra última charla vía email, me reveló una de las más grandes sorpresas que he tenido en mi carrera como investigador de LIJ: la relación editor-ilustrador entre Wilhelm y Ludwig, con esos comentarios en los márgenes de las ilustraciones que jamás imaginé que existieran (¡y hay muchos más!). A ellas dos infinitas gracias y gracias también a Jochen Weber, de la Biblioteca Internacional de la Juventud por ofrecerme otras pistas; a Mariela Sancari, mi pareja, que encontró el cómic de la cerdita y el aguafuerte del MET; y a mi amiga Claudia Cabrera Espinosa y a su cuñada Anne Siebel, por ayudarme a traducir fragmentos del cómic y otros textos de la primera edición ilustrada de los Cuentos. Y, claro a Paola Morán y al equipo editorial de la Revista de la UNAM por toda la paciencia en la entrega de este retrato hablado. Una versión más reducida se publicó en noviembre de 2018 en la sección «Personajes secundarios» (se puede ver aquí.) Ese mismo mes presentamos la revista, con una charla sobre el tercer hermano Grimm, en la FILIJ.

 

Y otro ilustrador al centro…

En una edición de este año, Edelvives invitó al artista plástico Felipe Ugalde a ilustrar Cuentos auténticos de los Hermanos Grimm  (2019), una nueva traducción hecha directamente del alemán por Luciano Pérez. Pérez de dio a la tarea de ir a las primeras compilaciones que hicieron los Grimm y proponer una nueva selección. El trabajo de Ugalde realmente lleva en otra dirección estas historias tantas veces ilustradas. Una paleta de colores mexicanos brillantes con una impronta surrealista muy clara. 

 

Autor: Adolfo Córdova
Ilustración de portada: autorretrato de Ludwig Emil Grimm.
Fecha de publicación original: 27 de mayo de 2019.
Última actualización: 30 de agosto de 2019.

 

11 Comentarios »

    • Jajaja, muchas gracias Maviael, por ahora no tengo intenciones de regresar al mundo de la academia. Pero sí me gustaría profundizar más en esta historia. De a poco, a ver si consigo alguna beca para volver a Alemania. Pero qué bueno que valoraras la entrada, pienso que es una de las más relevantes que he publicado. =) ¡Un abrazo!

  1. Gratamente sorprendido por esta nueva entrada. Desconocía a este personaje (tan importante) en la historia de los Grimm. Coincido contigo en que suele quedar relegada la figura del ilustrador siendo que muchas veces su trabajo es la entrada (el gancho) para acercarnos a un texto, incluso prevalece por encima de este sobretodo cuando no se da la comunión texto-imagen, lo digo porque también hay imágenes que no le hacen justicia a la palabra escrita.
    Muchas gracias Adolfo, no olvidaré citar este artículo en futura charla o taller sobre el trabajo del ilustrador y que nos servirá de detonante para ampliar la visión sobre la LIJ.
    Un abrazo.

    • Hola, Juan José, me alegra mucho que te gustara la entrada y que, en adelante, incluyas la historia en tus historias. Se suele pensar que Jacob y Wilhelm pensaron en un grupo de niños y niñas a los que entretener con sus historias y nada que ver. Quizá Ludwig, quien sí hizo libros especialmente para su hija, haya estado más cercano a esta creencia cuando ilustró los cuentos. Y sí, todavía hay camino que andar para conseguir equidad entre escritores e ilustradores, aunque se ha avanzando mucho, en diversos espacios sigue siendo pensada como una labor más «técnica», como sucedía en la época de Ludwig. Creo que conocerlo puede servir para conversar sobre el tema con una perspectiva histórica, que normalmente brilla por su ausencia. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.

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