Un niño pequeño entra a la biblioteca y pide algún libro «de miedo». La bibliotecaria le enseña varios con brujas en la portada y muchas ilustraciones. El niño duda, la mira un poco serio y luego dice convencido: «Algo de miedo para mayores». La bibliotecaria reanuda: «¿Ah, sí? para mayores, déjame ver, ¿algo de vampiros, quizás?». El niño, más interesado en la conversación: «Sí, de vampiros está bien». Empiezan a caminar por la biblioteca, buscando buscando, y la madre, que ha estado detrás todo el tiempo, agrega con naturalidad: «Algo de vampiros pero que sea infantil».

Casi no ha terminado de decir «infanti…» cuando: «No, ¡infantil no!», reclama el niño y voltea a ver a la madre, traicionado. Se llama Marco, tiene 5 años y es un lector experto. Otra vez, la empática bibliotecaria: «Vale, vale, infantil no». Entonces dejo mis cosas y me acerco a Marco. Estamos en la biblioteca del CEPLI, en Cuenca, España. He estado leyendo poesía infantil como parte de mi estancia de investigación allí, así que tengo fresco un libro fantástico de Pedro Mañas, Poemas para leer antes de leer (Ajonjolí, 2009), que incluye unos versos a Drácula. Leemos juntos: 

Cuando el conde tiene hambre,
No quiere pescado frito,
Ni ternera, ni cabrito.
Él sólo desea sangre
Para saciar su apetito.

Cuando no muerde ni vuela,
El conde vuelve al castillo,
Y a la luz de cuatro velas,
Se saca brillo a las muelas
Y se afila los colmillos…

Marco me mira confidente. Me parece que señala un colmillo, en su sonrisa de pillo.

Recordé esta anécdota que había escrito apenas ocurrió cuando preparaba la entrada de libros de terror de cada año y, en particular, la controversia que suscitó el cuento «Lucy y el monstruo» hace un par de semanas. Para quien se la haya perdido: una madre se «horrorizó» cuando encontró el siguiente cuento en el libro de Español de la SEP para alumnos de 5to grado y decidió tuitearlo: «Padres de familia con hijos en 5o de primaria, ¿ya leyeron esto en los libros de la SEP? Yo me horroricé, debe ser una broma, ¿verdaaaad?».

Más adelante, en un tuit que la madre borró, decía: «A quién se le ocurrió primero, escribir esto, y segundo, ¿PUBLICARLO en un libro de la SEP para niños? Yo sí cortaría cabezas.»

Casi podemos escuchar al personaje de Los Simpsons: 

Aunque el autor, Ricardo Bernal, aseguró que no escribió el cuento pensando en un público infantil, y de ahí se agarraron algunos medios para apoyar la indignación paternal, sí que le atinó. El cuento, lo he comprobado, aterra gustosamente a los niños y niñas. A muchos de ellos, de hecho, les fascina y desata especulaciones interesantes sobre otras posibles causas de la muerte de la niña. Incluso algunos proponen escribir cartas a monstruos o cosas a las que les tengan miedo. Quizá hayan sido los Hermanos Grimm los primeros en escribir cuentos realmente sangrientos no pensados para niños que luego se popularizaron y editaron especialmente para ellos.

Pero el pensamiento de esta madre y de muchos padres que se sumaron en otras redes sociales, aunque seguramente parte de una preocupación genuina, refleja una desconexión con el mundo infantil, una subestimación de la capacidad de los niños de reconocer una ficción y una santificación decimonónica de la infancia. Niños santos, pobres angelitos desamparados. A propósito de la entrada sobre memes de la semana pasada, encontré uno que sintetiza de manera brillante la controversia:

Padres y madres con una idea conservadora de la literatura infantil («¡Infantil, no!», dice Marco), de la literatura que interesa a niños y niñas, y que consideran que los cuentos de terror les causarán terrores. Dice Joëlle Turin que al privarlos de las historias de miedo que piden, que entre otras cosas los ayudan a expurgar sus propios miedos, los padres dejan de acompañarlos en su crecimiento.

Pero es curioso cuánto el propio cuento retrata a estos padres alejados de los intereses de sus hijos: A Lucy «la mató el miedo» frente a un padre que no le creía que existiera el monstruo. El monstruo existe, pero quizá Lucy muere por la indiferencia del padre. La historia recuerda al clásico Ahora no, Bernardo de David McKee, publicado en 1980, en el que un niño alerta a sus papás sobre la presencia de un monstruo, pero ellos están demasiado ocupados. Ni siquiera lo miran. El monstruo termina devorando al niño y ocupado el lugar de Bernardo en la familia, sin que los padres se den cuenta. Aunque es pedagogía para padres, el cuento divierte a niños y niñas. Espero que la siguiente selección, con brujas, parcas y algunas quimeras mexicanas, también lo haga y los «horrorice». 

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12 libros de brujas, parcas y quimeras mexicanas

Ilustración de Luis San Vicente.

1. La casas vienen de un huevo

Martha Riva Palacio Obón. Ilustraciones de Luis San Vicente. Ediciones Castillo, 2017.

«Las casas deshabitadas no existen». Así empieza este cuento hipnotizador como ojos de gallina. Y bajo esa premisa, la autora asegura que un rico «ecosistema de seres espectrales» deambula por tuberías, estantes, alacenas y cuartos en construcción. Pero en las casas habitan distintos tipos de espíritus. «Algunos han estado aquí incluso antes de que hubiera casa y continuarán estándolo aun después de que éstas desaparezcan; son tan antiguos que ni siquiera ellos recuerdan su nombre. Otros espectros llegan con los materiales de construcción y no es raro toparse con el guardián de un bosque entre los tablones de la escalera. También hay espíritus que viajan con nosotros y que se heredan junto con las maletas de la gran tatarabuela o ese jarrón espantoso que pasa de una generación a otra como un maleficio». Irene vive en una casa que no es la excepción. Un día descubre a una gallina fantasma que sólo es la antesala de una bruja rusa, milenaria y malísima, que está lista dispuesta a devorarla. Humor y terror a carcajadas y picoteos. 

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2. Doña Elba

Mariano Díaz Prieto. AH Pípala, 2015.

¿Pequeños dragones blancos? ¿crueles demonios o espíritus serpenteantes? Doña Elba los ve por todos lados. Cada vez son más. La rodean llenando su espacio para respirar. Pero cuando viene su nieto de visita, las pequeñas serpientes voladoras con cara de gato se dispersan. ¿Habrán encontrado a una nueva víctima?

Álbum sin palabras de inquietantes lecturas. 

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3. La granja Groosham

Anthony Horowitz. Ilustraciones de Francisco Nava. FCE, 1996.

¡Ya fue suficiente! Los horrorizados padres de David no pueden más con él. No sólo sacó las peores calificaciones, fue expulsado de la escuela. Sus padres han decidido renunciar: «Podríamos simular que nunca tuvimos un hijo (…), decir que tiene una enfermedad rara… o que se cayó a un barranco». Deciden enviarlo a un extraño internado en una isla. Allí sólo hay un día de vacaciones al año. Pero eso que parece la peor pesadilla, es lo de menos. Poco después, David le escribe una carta a su padre y le ruega que lo saque de ahí: «¡Por favor! Creo que están metidos en cosas de magia negra. El señor Tragacrudo, el subdirector, es un vampiro (…), quieren convertirme en una especie de zombi, como hicieron con mi amigo Jeffrey (…), me han herido, me han drogado, amenazado y asustado de muerte… ¡Auxilio!». Y parece que no se equivoca.

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4. El tren equivocado

Jeremy de Quidt. Ilustraciones de Mercè López. Ediciones Castillo, 2017. 

«Lo escucharás antes de verlo», dice el anciano. El niño mira las vías, ruega que esta vez pase el tren correcto que lo lleve a casa, con su papá, y lo libre de ese anciano perverso que le cuenta historias macabras. El último tren que tomó iba completamente vacío y lo condujo por una oscuridad total que terminó en una estación tétrica, sin letreros ni puertas ni viajeros esperando, sólo una pared de concreto con un cobertizo y una banca. Pero igual el niño se baja. Y esa es su condena. Un anciano lo encuentra sentado en la banca y, mientras esperan a que pase otro tren, empieza con el relato de una anciana que acababa con los llantos de los bebés. Los escondía en su bolso amplio, tan amplio que cabía también un par de ladrillos, muy útiles cuando más tarde dejaba caer la bolsa en el río… Entre más tiempo pasa esperando, más crece el deseo del niño de que aquello se termine pronto, pero el lector no.

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5. El contador de cuentos

Saki. Ilustraciones de Alba Marina Rivera. Ediciones Ekaré, 2008.

De un tren y un narrador a otro. Los relatos de Hector Hugh Munro, alias Saki, son silenciosamente perturbadores. Cuando lees, sabes que algo fuera de lo común está pasando… que algo terrible sucederá. En este libro multipremiado, publicado originalmente hace diez años, el escritor se mira en un espejo: la historia de un hombre que cuenta historias. Son tres niños aburridos en un tren los que escuchan. Parece que será el cuento de siempre, una niña buena que es premiada con medallas por toda su obediencia y amabilidad. El mismo tipo de historias que les cuenta su regañona tía. Pero no, no es igual. Este personaje empieza a interesarles cuando aparece otro que lo acecha: un lobo. Con orejas tan grandes que escucha hasta el más mínimo tintineo.

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6. Brujas en mi calcetín

Becky Rubinstein. Ilustraciones: Irma Bastida Herrera. FOEM, 2017.

Si no te duermes / el Coco acude / y te sacude. // Si no te duermes / él aparece / cuando anochece. // Si no te duermes / -dice la vieja- / te despelleja. // Si no te duermes / -dice la nana- / vendrá mañana.

Con mucho sentido del humor, los poemas en este libro para niños pequeños invitan al juego y a inventar más rimas. Su espíritu espontáneo en algunos casos recuerda a Gloria Fuertes o a la propia voz de los niños. En otros, como en la nana «El Coco», infunde miedo en serio, como hace Ramón Suárez Caamal en Historias del niño invisible o Tris tras el miedo. El recorrido de personajes terroríficos que propone Rubinstein es clásico: fantasmas, diablillos, vampiros, duendes y muchas brujas con personalidades extravagantes. Hay dos que juegan en una estufa ¡pero no se queman! Libro bifronte: del otro lado espera Marín marinero un océano de poemas lleno de fauna marina.

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7. Las almas de la fiesta y otros cuentos de Día de Muertos

Judy Goldman. Ilustrado por Israel Barrón. Ediciones Castillo, 2017.

Cempasúchil. Este libro es flor de cinco pétalos. En ellos el color encuentra nuevas palabras para maravillarnos, «xantolo», «kejtzitakua», y extiende la fiesta del Día de Muertos. Cinco historias en la que niños y niñas descubren una tradición distinta: «Nico y Bazu. Flor de veinte pétalos», «Azúcar blanca. El arte del alfeñique», «Las almas de la fiesta. La ofrenda nueva», «Detrás de la máscara. El Xantolo» y «Doña Nieves. El kejtizitakua». De diferentes estados como Morelos, Veracruz, Estado de México y Michoacán. Con todo el furor que ha causado la película Coco, seguramente estos cuentos se volverán predilectos de muchos. Las ficciones, entretenidas, en algunos casos tenebrosas o conmovedoras, son precedidas de una breve nota que detalla la tradición, así que además puede resultar útil para mediadores y maestros que exploren más allá del altar y el concurso de calaveritas. ¡Un libro flor para nuestra ofrenda!

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8. Boris y el ajolote albino

Agustina Tocalli-Beller. Ilustraciones de Flavia Gargiulo. Edelvives, 2016.

Otra propuesta que mezcla ficción y libro informativo, en este caso, novela con demografía, ecologismo y crónica de viajes. Boris es un chico inglés que llega a México con su hermana y su padre (quien por trabajo cambia de residencias). Aquí descubre palabras y modos de ver y ser que reinventan lo que sabe del mundo. El señor Chucho es más que el conductor del autobús escolar, se vuelve un maestro para él: le explica costumbres mexicanas, le presenta al extraordinario ajolote albino y lo conduce hasta la importante fiesta de Día de Muertos, en Xochimilco. Boris conectará todo con la muerte de su madre y así cada palabra cobrará hondura. Un libro-guía que disfrutarán niños y niñas recién aterrizados en México.

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9. La jícara y la sirena

Berenice Granados (recopilación, investigación y edición). Ilustraciones: Ezekiel. Ideazapato/INBA/Conaculta, 2013.

Es tan profundo el lago de Zirahuén, Michoacán, que su gente no termina de encontrarle historias. Por eso muchos dicen que el lago es una mujer, narradora inagotable de vidas, o que surgió de una mujer, una pobre muchacha que se cayó a un pozo y nunca pudo salir: pero el agua «fue creciendo y creciendo hasta que se salió y formó el lago». En este libro, se recuperan las voces directas de los pobladores que han nacido cerca del lago y que aseguran ver en todo el paisaje formas de mujer. De hecho, son muchos los que cuentan que allí vive una sirena, que la han visto bañarse con una jícara, pero también engañar a los pescadores y hundir sus lanchas o hasta reclamar un ahogado. Algunos dicen que hace aparecer jicaritas flotando, llenas de flores, que hechizan al que las mira, y, así de a poco, una olita tras otra, los va llevando hasta donde ya no pisan y de donde ya no vuelven. Otros creen que es el «encanto» propio del lago el que ahoga a la gente. Cuentan y cuentan tantas versiones como escamas de sirena.

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10. Bestiario de seres fantásticos mexicanos 

Norma Muñoz Ledo e Israel Barrón. FCE, 2016

Inventario de personajes e ilustraciones premiadas que fascinan a los niños. El terrible Kakabal, el gigante Wa Wa Pach y las seductoras tlanteteyotas o los brazos largos y viscosos del Ixoxoctic y la fuerza sobre humana de Ñek desatan la imaginación de los lectores y los hacen especular más sobre las criaturas y aumentar la lista. Norma Muñoz Ledo es una criptozoóloga experta: también exploró el territorio encantado mexicano en sus dos volúmenes de Supernaturalia (Loqueleo, 2012).

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11. Gabinete de maravillas. Manual de criptozoología mexicana

Jose Luis Trueba Lara. Ilustraciones de Juan Gedovius. Secretaría de Cultura y Loqueleo, 2018.

Este libro recupera el nombre de esos antiguos cuartos de maravillas o gabinetes de curiosidades, los wunderkammer, antecedente de los museos, que en el siglo XVI y XVII estaban de moda. Servían para guardar y mostrar las colecciones de objetos exóticos o seres disecados. Aquí, el autor, juega a ser un criptozoólogo mexicano que después de años de investigación decide dar a conocer al mundo sus hallazgos. «En las siguientes páginas se encuentran las descripciones de fieras y humanos mutantes que están mucho más allá de lo que piensan los científicos…». Sin embargo, y ese es uno de los valores del libro, el autor mezcla el ensayo informativo y la fabulación, para incluir también muchos animales (ajolotes, venados, lobos, murciélagos al lado de nahuales, sirenas, gigantes y ahuizotes) y datos verídicos. Al Bestiario… y a este Gabinete…, se suman los dos volúmenes de Monstruos mexicanos que publicó Carmen Leñero en 2013. El primero de ellos ilustrado por el chileno Claudio Romo, quien este año y, a partir de ese trabajo, editó un libro en Italia llamado Bestiario Mexicano (Logos edizioni, 2018).

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12. Pekeña Parka

Arianna Squilloni y Arianne Faber. A Buen Paso, 2009.

Mi abuelo ha sido la muerte y
mi abuela también;
mi padre, mi madre y mi tía
Catrina son la muerte,

de manera que,
cuando acabe la escuela,
ya sé qué voy a ser.

Y es que, en el lugar del que yo vengo, todos somos la muerte

Libro sui generis, notable en la forma en la que repasa algunas representaciones clásicas de la muerte (con una especie de nota explicativa final) desde la mirada de un niño-muerte. La narración, en prosa y poesía, de este personaje que va a la escuela para ganarse la vida, está llena de simbolismos y un fino humor negro que enriquecen el cambio de perspectiva. 

Ilustración de portada Luis San Vicente.

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Más libros de terror

La próxima entrada: libros inquietantes para adolescentes y jóvenes. Mientras tanto puedes explorar las entradas de otros años llenas de pesadillas:

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Mira cómo tiemblo… (en serio)

Hola, oscuridad. 13 libros de terror que te quitarán el sueño

12 libros para tener pesadillas

Criaturas, zombis y espectros de extraña imaginación

 

10 Comentarios »

  1. Muchas gracias por las recomendaciones. Efectivamente, la historia de Lucy y el monstruo es un texto que fascina a los niños. Lamentablemente, muchos padres y madres de familia limitan el texto a las palabras muerte, monstruo, sin conectarlas con el sentido de la historia, con el mensaje que es muy grande para nosotros los adultos. Por otro lado, dejamos que nuestros hijos vean en internet y tv (incluso en el cine) programas y películas no aptos para ellos…

    Saludos!! Excelente blog!!!

    • Así es Salomé, he visto que muchos retomaron algunos fragmentos del cuento que, separados del resto de la narración, y dirigiendo su lectura con una mirada alarmista, toman otras connotaciones y diluyen el sentido de la historia. Además, claro, mucho de lo que rodea la cultura infantil y las relaciones familiares refleja una doble moral y una hipocresía: ciertos temas en ciertos lugares y otros no. Y el libro con su carga histórica de palabra-ley, palabra-sagrada, que debe respetarse/controlarse. Al final muchas de estas ideas de sobreprotección y «control parental» poco o nada tienen que ver con quiénes son los niños y qué les interesa, ¿no? Gracias por tu comentario. ¡Un abrazo!

  2. Siendo promotora de lectura y fiel apasionada de libros de misterio y terror, me sorprendió muchísimo conocer la historia de Lucy y el monstruo por mi hija que justo cursa el quinto año. Ella lo leyó en voz alta y en sus ojos y voz reflejaba la fascinación y gusto en cada palabra pronunciada, realmente la cautivó, nos cautivó, nos dejó con los ojos bien abiertos y con esa sensacion de gozo, miedo y querer mas, je je. Y de ahí, a compartirlo en los talleres, porque si te gustó a ti como mediadora seguramente gustará a los niños y niñas del taller. Buenísima entrada, como siempre Adolfo, y ahora a buscar algunos de esos libros compartes, para asustarnos mucho y alimentar esa extraña necesidad de lo misterioso e inexplicable.
    Sobre la mirada de los padres ante estos y otros temas en la literatura infantil, mas delante te comparto una experiencia que justo acabamos de vivir en el taller de Feria del Libro en Monterey.
    Un cálido abrazo.

    • ¡Hola, «Filonenes»! Muchas gracias por tu comentario y por compartir esa historia que corrobora que a muchos niños, niñas y adultos, les encanta el cuento. Y en efecto, si funciona con unos y si a uno le encanta, las posibilidades de que le vaya bien con otros son muy altas. Me alegra mucho que te resultara de utilidad la entrada y espero que encuentres algunos de los libros. Pronto publicaré otra con recomendaciones más siniestras para jóvenes. Y no dejes de contarnos esa experiencia en el taller de la Feria de Libro de Monterrey, que nos dejaste picados. ¡Abrazo grande!

      Adolfo

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