La otra historia que contar: Menena Cottin
Dice que no cuenta historias. Contar, contar, cuenta las páginas para diseñar su nuevo libro, cuenta los días para ver a sus nietos en México, cuenta los kilómetros recorridos con […]
Expediciones a la literatura infantil y juvenil
Dice que no cuenta historias. Contar, contar, cuenta las páginas para diseñar su nuevo libro, cuenta los días para ver a sus nietos en México, cuenta los kilómetros recorridos con […]
Dice que no cuenta historias. Contar, contar, cuenta las páginas para diseñar su nuevo libro, cuenta los días para ver a sus nietos en México, cuenta los kilómetros recorridos con su pareja por los Himalayas. Cuenta que cuando era niña sorprendió a sus maestras con una ilustración que parecía un milagro, que nunca pensó que El libro negro de los colores sería para niños, que este año publicará un proyecto que lleva doce años esperando ver la luz…
¿Cuenta o no cuenta, Menena?
Sus libros para niños no cuentan historias convencionales, pero sí cuentan emociones, ideas, maneras de mirar. Ponen de cabeza, hacen cerrar los ojos. Parten de un contenido complejo y adquieren una forma simple. Ganan premios porque alcanzan a muchos lectores. Hablan de temas esenciales, como el tiempo, la diversidad, la tolerancia.
Menena Cottin es una diseñadora, ilustradora y escritora venezolana, radicada en Caracas, que se dedicó muchos años al diseño gráfico, y luego empezó a ilustrar textos, y a escribir. Nunca se planteó enfocarse en la literatura infantil y juvenil, pero sus libros llegan a conclusiones tan sencillas y creativas que los editores la ubicaron en esa franja de edad que se complica menos la vida.
La doble historia de un vaso de leche, Emociones de una línea y Equilibrio (todos publicados en Ediciones Tecolote, una editorial que se atreve a publicar proyectos atípicos) son algunos de sus títulos más reconocidos. Tocan a todo público, aunque sea difícil clasificarlos, porque no son pretenciosos: son juguetones e inteligentes, proponen materializar con palabras, líneas, círculos, colores y texturas emociones que todos sentimos, preguntas que todos nos hacemos.
Ha publicado más de 20 libros para niños (tres de ellos digitales), una novela (La Nube) y un libro de cuentos para adultos (Historias ajenas), y un testimonio que mezcla distintos géneros y formatos (Cierra los ojos que vamos a ver).
“No puedo hacer algo que no me emocione y creo que eso se nota. Me apasiona mucho este mundo: el de la escritura, de la ilustración y el diseño”, dice Menena. Su trinchera en la LIJ es lograr comunicar de la manera más efectiva y con la menor cantidad de recursos posible una idea. “Al principio tengo la necesidad de expresar algo, pero llego hasta un punto de simplificación que se convierte en algo muy sencillo. Puede ser un concepto complicado pero es de fácil acceso para un niño, fue así como llegué al mundo de la literatura infantil”, comenta.
Y en ese mundo, cerró los ojos para ver otro mundo. Y surgió el texto de El libro negro de los colores, su publicación más conocida, traducida a 13 idiomas y ganadora, entre otros, del Premio Nuevos Horizontes de la Feria del Libro de Bologna 2007.
(…) La charla se extiende y Menena sigue contando y contando. Cuenta que está haciendo un libro imposible de traducir, que solo funcionará en español; cuenta que su marido es el máximo coleccionista de sus libros, que siempre que va a otro país averigua cuáles tienen y los compra; que cuando presentó El libro negro de los colores en México empezó otra historia, la de una amistad, con Lucero, una muchacha no vidente con la que intercambió mails, subió montañas y hasta publicó el libro colaborativo llamado Cierra los ojos que vamos a ver.
Menena dice que sus libros para niños no cuentan historias. Pero está llena de historias que no dejan de encontrar formas de ser contadas en libros.
Lee la entrevista completa aquí o descarga el pdf del número más reciente de la revista Había Una Vez, dedicado a las artes visuales en la LIJ, aquí.
Y algo más sobre El libro negro de los colores que, por falta de espacio, ya no salió en la edición final de la entrevista publicada en la Revista Había Una Vez:
¿Cómo fue que le mostraste a la editora Mónica Bergna el cuento de El libro negro de los colores?
Yo estaba participando en una exposición y Rosana Farías, que luego resultó la ilustradora de El libro negro de los colores, me presentó a Mónica. Al día siguiente nos vimos para mostrarle unas ilustraciones que yo ya estaba trabajando para ella, y ella me preguntó que qué más hacia. Mónica es muy curiosa, me dijo “¿Y qué más haces?”, “Escribo”, le dije. “Pero ¿qué?”, “Escribo cuentos”, ”Pero ¿cuentos cómo?”, y recordé que había guardado un papel con el texto de El libro negro… en mi cartera, fue una casualidad.
Yo estaba escribiendo para adultos, y escribí ese texto y me impresioné, lo imprimí y se lo mostré a mi esposo, estaba muy impresionado. Tú imagínate ese texto en una hoja de papel blanco, sin ninguna alusión de que se trata de un niño ciego, y es prácticamente hasta la última línea cuando tú lees: “Todos los colores le gustan a Tomás, porque los oye, los huele, los toca y los saborea”, que caes en cuenta que se trata de un niño ciego. Es muy fuerte.
¿Cómo fue el momento cuando se lo diste a leer a tu marido?
Estábamos a la mesa para comer, a la noche que él llega de la oficina, y antes de servir la comida yo le pongo el papel doblado sobre su plato, y le digo “Lee esto y dime qué te parece”. Nadie lo había leído y estaba un poco asustada con el texto. Él abre el papel y lo lee, lo cierra y me dice una expresión que me da pena decirte pero es como decir “¡Bárbaro!”… y luego de esa palabra, dice “Esto es demasiado”… así nada más… “Esto es demasiado”, y me devuelve el papel doblado. Yo realmente no supe si lo que me estaba diciendo era bueno o malo, me di cuenta que estaba realmente conmovido, puse el papel a un lado y no se habló más.
Pensé que a lo mejor me estaba metiendo en un tema que no debía. Nunca en mi vida había hablado con una persona ciega. Y no sé por qué lo guardé en mi cartera, no sé por qué… pocos días después se lo mostré a Mónica.
Felicidades por esta entrevista a una gran «diseñadora de emociones». Nunca mejor puesto un título para un libro: «EMOCIONES DE UNA LÍNEA». Los niños lo leen con sus deditos ansiosos y sus ojitos cerrados, buscan significados, imaginan formas, sienten «puntitos», se sorprenden con «nuevas» letras y números, intentan ponerse en lugar de otros… en resumen: se emocionan.