«La razón de que estemos reunidos aquí hoy es una pregunta», así empieza Andrés la presentación del libro, y quizá reconocemos en ese principio el de muchas historias. ¿Es la pregunta sobre lo posible la que arroja historias como respuestas?

¿Qué pasó antes? ¿Por qué funciona así el mundo? ¿Cómo habitar otra realidad? ¿Qué viene después? ¿Qué ocurrirá si acepto?

En 2017, la editora Olga Correa me propuso entrevistar a Cornelia Funke para un evento en vivo en la FIL Guadalajara. Le dije que sí desde la primera línea.

Un par de meses después de la entrevista, conseguí el correo electrónico de Cornelia y le mandé un mensaje agradeciéndole su tiempo y contándole un poco más de mí, pues el arte y la naturaleza parecían su brújula y había sentido mucha afinidad. Además, como Cornelia es una escritora de literatura fantástica alemana y La historia interminable de Ende estaba muy claramente enraizada en su imaginario, le pregunté si podía mandarle mi libro El dragón blanco y otros personajes olvidados que homenajea a Fújur, el dragón de la suerte en el que vuelan Atreyu y Bastian en la novela de Ende. 

Su respuesta a ese primer correo parecía enviada ya por el mismísimo Fújur: me invitaba a viajar a su rancho en California para crear algo juntos y así arrancar un proyecto de residencias artísticas que ella llevaba un tiempo deseando hacer. 

Sólo ahora, al preparar esta entrada, me doy cuenta que siempre he contado mal cómo empezó mi amistad con Cornelia. Yo recordaba sí, que Cornelia me había dicho, minutos antes de empezar su entrevista en vivo en la FIL, que quería iniciar un programa de residencias en su rancho en California. Pero al buscar ahora aquel primer correo y releerlo me doy cuenta que yo no le había escrito preguntándole cómo aplicar a esa residencia (que es lo que suelo contar); y tiene sentido porque era un correo de agradecimiento. Lo que sí retuvo bien mi memoria era que en su primera respuesta ella, muy generosamente, ¡me invitaba a ir!

Volví a decir que sí desde la primera línea.

Más adelante, en el intercambio de correos que continuamos, Cornelia me propuso que fuera con un ilustrador o ilustradora para que trabajáramos durante dos semanas en algún libro. Le conté que Mariela y yo habíamos publicado un fotolibro para jóvenes y que queríamos seguir ideando fotolibros para niñas, niños y jóvenes. Le pareció muy bien y, en febrero de 2019, casi un año exacto después del primer correo, Mariela y yo volamos a Los Ángeles y llegamos hasta su casa en Malibú con el financiamiento de la Fundación de Cornelia. Los detalles de esa llegada que esperábamos tanto y la triste situación que nos encontramos, los cuenta Cornelia en un texto más abajo… o también podríamos decir que «esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión».

Ilustración: Camilo Revelo.

Basta decir aquí que la amistad se hizo más fuerte y nos invitó a volver un año después, en febrero de 2020, para realizar una segunda estancia de dos meses que se convirtieron en seis pues se desató la pandemia de COVID-19. Allí estuvimos Cornelia, Mariela y yo, y dos burros y un burrito, siete patos, dos perros y muchos coyotes, conejos, tuzas, búhos y serpientes conviviendo y preguntándonos qué pasaría después.

Mientras que, en Colombia, Andrés Jiménez se preguntaba si debería hacer una edición en línea del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira, LIJPE, que hasta ese momento, en sus tres ediciones, había sido sólo presencial y enfocado en fortalecer a una comunidad lectora local.

Cuando Andrés me escribió para contarme que sí lo haría y bajo el título: “De las hadas a los robots: visiones de lo fantástico en la literatura infantil y juvenil”, preparar un conversatorio virtual con Cornelia fue más que evidente.

Y así, una tarde de julio de 2020, hacia el final de mi charla con Cornelia, para ser más específico a la hora con doce minutos de haber empezado, 1:12:13 en la grabación que se puede ver completa aquí, muchas personas dieron like a una pregunta (gracias a la función de zoom de votar por las preguntas que hacen los participantes): ¿Cuáles son los requisitos para que uno pueda tener una estancia en la casa de Cornelia Funke?, nos leyó Andrés.

Esa fue la pregunta que tres años después se traduciría en un primer ciclo de residencias artísticas para once latinoamericanxs concluido y un libro colectivo y de libre descarga de literatura fantástica derivada. Más detalles de las consecuencias de esa pregunta los comparte Andrés en otro texto que encontrarán más abajo… o también podríamos decir que «esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión».

 

¿Escribir es ampliar una conversación?

No solo una, muchas. Si «la creación es una urdimbre perfecta», como decía Liliana Bodoc, y allí «todo está hilado con todo en una trama infinita», quizá crear sea ampliar una serie de conversaciones o conversar al mismo tiempo con muchas voces intentando integrar una más o menos coherente que lo cuente, como lo han reflexionado autores desde Borges hasta Cristina Rivera Garza.

Para Federico Campbell existe un hilo, un zurcido invisible, que une a todas las ficciones. Lo que Mikhail Bakhtin llamó «dialogismo» y Julia Kristeva «intertextualidad».

Las reescrituras y otros procedimientos de escritura derivada, siguiendo a Rivera Garza, no son una apropiación si no una desapropiación que vuelve a los textos hechos colectivos.

Cuando se escribe literatura derivada (aquella que explícita e intencionalmente deriva de una obra ya existente), la metáfora de la urdimbre revela con claridad los hilos: otra vez había una vez una niña con rebozo rojo y un lobo mexicano, y deja abiertas las posibilidades de que quien lea, siga el juego. 

Si además es un género fantástico los hilos de la ficción y la realidad pueden apretarse en fascinante juego de espejos.

Foto: Mila Kucher.

Aunque haya noticias que nos impacten y cuentos que nos asombren, no nos parece que la realidad supere la ficción ni que la ficción hable más que la realidad, sino que ambos mundos existen en simbiosis, en intercambio: se entrecruzan y mezclan.

¿Vamos a lo fantástico para encontrar el corazón de la realidad? ¿Vivimos experiencias llenas de símbolos que nos regresan a lo maravilloso? Leer fantasía es asomarse a un espejo que mira otro espejo, como lo sugiere aquel título de Michael Ende: El espejo en el espejo. El cuerpo real se mira en el espejo y descubre otro cuerpo posible, virtual, ficticio, precedido por innumerables cuerpos, repetidos más allá de lo que nuestro ojo alcanza a ver: la trama infinita de la creación.

«Un espejo que mira a otro espejo: el eterno retorno a lo fantástico», fue el título que llevó aquella conversación que tuve con Cornelia en el LIJPE que nos conduciría también hasta esta antología con cuentos y poemas de Katia Álvarez, Laura Basso, Natalia Charry, Karina Echevarría, Dana Elizondo, Brenda González, Liliana Moreno, Martha Beatriz Noriega, Mariana Piñeros, Alberto Pocasangre y Silvia Zenteno; ilustraciones de Itandehui Cruz, Raquel Mora, Juliana Muñoz Toro, Mariana Piñeros, Camilo Revelo y Carolina Suri; y canciones: Santiago Arboleda y Friki López.

El libro está dividido en tres trama que detallo en el texto que encontrarán más abajo. A continuación la liga de descarga y los textos introductorios al libro de Andrés Jiménez y Cornelia Funke, y mi epílogo. La ilustración de portada es de Juliana Muñoz Toro y el diseño de es Gisela Hincapié. Todas las personas que hicimos posible el libro donamos nuestro trabajo. 

Aunque muchas historias parten de mi libro El dragón blanco y otros personajes olvidados, por idea de Cornelia, me gusta recordar que en la literatura derivada se diluyen las autorías. Ese libro es a su vez un entramado de otros libros y, como en este, habitamos un territorio textual común, igual que cuando empezamos a contar historias oralmente, un tejido que va estirándose y variándose infinitamente con el pulso social. 

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En una trama infinita: antología

LIBRE DESCARGA AQUÍ

 

 

Esta trama

Andrés Jiménez*

El Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira LIJPE nació en el año 2017 como una iniciativa para traer a una pequeña ciudad, enclavada en las montañas cafeteras de Colombia, a algunos de los exponentes más destacados de la LIJ latinoamericana.

¿Quién podría imaginar que cinco años después sería un evento que convocaría anualmente a decenas de miles de personas de toda América Latina, y que más allá de su alcance académico se convertiría en una celebración de nuestros lazos de hermandad y de nuestra capacidad de soñar aun en el contexto de una crisis como la desatada por la pandemia del COVID-19?

Este libro tuvo su origen, precisamente, en esos días de encierro e incertidumbre del inicio del 2020, en los que tomamos la decisión de hacer a LIJPE más grande en lugar de más pequeño, y de trabajar desde la creatividad, la flexibilidad y el amor para llevar a cabo un programa de conferencias, conversatorios y talleres virtuales en el que pudiéramos encender una llama de esperanza para todos aquellos que quisieran acercarse a ella.

Mi amigo Adolfo Córdova hacía parte de ese programa, y quiso el destino que en ese momento se encontrara haciendo una residencia artística en California en la granja de Cornelia Funke, a quien invitamos a charlar con Adolfo aprovechando la sincronía. Al final de ese conversatorio, y sin ningún aviso previo, Cornelia dijo que ofrecería una residencia de siete días en su granja, con todo pagado, a dos ganadores de un concurso que consistiría en elaborar un texto, ilustración o pieza de música a partir de uno de los cuentos del libro de Adolfo El Dragón Blanco y Otros Personajes Olvidados, o usando la premisa de su libro: escribir historias de personajes secundarios.

De nuevo: ¿quién podría imaginar que, una vez recibidas las obras, Cornelia decidiera no dar sólo dos premios, sino once? ¿Y que los ganadores viajarían ya no a California, sino a su nueva residencia en la Toscana italiana? ¿Y que, a partir de todas las obras recibidas, nacería la idea de realizar este libro? Hoy celebro que la realidad haya superado largamente el alcance de mi imaginación, y doy las gracias a Adolfo, a Cornelia y a todas las personas que participaron por haber sido co-creadores de esta magia inesperada.

Agradezco también, por su apoyo incondicional desde el principio de esta aventura, a la Fundación para la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. Sin ellos todo esto no habría sido posible.

Y gracias, por supuesto, a la vida por permitirme seguir viviendo sus milagros.

Disfruten del libro y de todo el amor y belleza que contiene.

Ilustración: Juliana Muñoz Toro.

*Andrés Jiménez Montoya. Director del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira LIJPE. Asesor Cultural de la Fundación para la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. 

 

 

Prefacio: Semillas de un jardín futuro

Cornelia Funke*

Las semillas de este libro fueron plantadas hace algunos años cuando hice un evento en línea para la Feria del Libro de Guadalajara. Un joven escritor y periodista mexicano, Adolfo Córdova, se aseguró de que a pesar de mi muy malo español mis lectores pudieran enterarse de mi escritura, hacerme preguntas y entender mis respuestas en inglés.

Yo disfruté tanto esa conversación que Adolfo inspiró y nutrió que lo invité a ser un artista residente en mi rancho en Malibú. No sabía entonces que Adolfo se convertiría en el artista que llegaría justo a tiempo para lograr que yo no renunciara a ese proyecto.

Ilustración: Carolina Suri.

¿Cómo? Bueno… Adolfo y su esposa Mariela llegaron, aceptando mi invitación, en uno de los días más tristes de mi vida. Era el año 2019 y Malibú había sido severamente quemada por el incendio de Wolseley. Mi rancho estaba aún en pie sólo gracias a otro mexicano, Alfonso Fuentes, y a tres de sus hombres que habían luchado por cuatro días con sus noches para salvar a mis animales, mis recuerdos y… mis cuadernos.

Desde entonces le he dedicado dos libros a Alfonso y lo convertí en uno de los personajes de mi última aventura de Dragonrider. Cuando volví a mi rancho, Alfonso y su hermano Carlos estaban construyendo nuevas cercas y un nuevo puente sobre mi arroyo. Pero incluso ellos no pudieron salvar a la burrita bebé a la que mi burra Esperanza había dado a luz la noche previa al día que Adolfo y Mariela llegaron. Esperanza había tenido que correr mucho los días de los incendios y había sentido demasiado miedo, lo que pudo haber afectado su embarazo. Todos luchamos por muchas horas pero la pequeña burrita, Flama, murió y yo pensé: Cornelia, admítelo. 

Estás derrotada. Ríndete. ¡Es demasiado! Búscate una pequeña casita y escribe algunos libros y olvídate de este programa de Artistas en Residencia y terrenos y cosas salvajes a tu alrededor.

Pero… la vida tiene sus propios caminos, nos asombra como una muy buena historia y a menudo revela sus verdades en maneras sorprendentes. Justo aquel día, Adolfo y Mariela llegaron manejando a mi Rancho. Estuvieron conmigo cuando arrojamos flores a la tumba de Flama, nos despedimos de la burrita juntos (Adolfo escribiría un cuento sobre ella después) y me di cuenta de que no me rendiría mientras tuviera artistas tan mágicos como mis invitados y amigos.

Ilustración: Itandehui Cruz.

Adolfo y Mariela han pasado muchos meses en Bonsall, mi rancho en Malibú. Ellos volvieron para otro momento desafiante (la llegada de los confinamientos del Covid y las cuarentenas) y una vez más convertimos juntos un tiempo difícil en algo hermoso.

Durante esa estadía Adolfo y yo hicimos otro evento en línea, esta vez con el LIJPE. Y la historia continuó. Yo sugerí un concurso basado en su libro El Dragón Blanco, invitando artistas para que hicieran sus propias interpretaciones de él, bien fuera en palabras, imágenes o música. Los ganadores vendrían a mi rancho.

La idea tuvo resultados maravillosos. Pero cuando llegó el momento de cumplir mi promesa y recibir a los ganadores, yo había dejado Malibú para mudarme a Italia y continuar con mi proyecto en Fraggina. Y justo cuando habíamos reservado los vuelos estalló una guerra (para enseñarnos una vez más que la vida no sigue nuestros planes). La guerra aún destruye nuestros sueños de paz y de un mundo que se trate de crear vida y no de aniquilarla. Pero los artistas continuarán viniendo aquí. Y juntos celebraremos la vida y la belleza y la tristeza de este mundo. ¡Y Adolfo me seguirá ayudando con mi muy malo español! Así que… espero que este libro revele las semillas de un jardín que crecerá en el futuro.

 

*Cornelia Funke. Escritora e ilustradora alemana, autora de más de 40 libros para niños y jóvenes, entre los cuales se incluyen sagas mundialmente famosas como “Mundo de Tinta”, “Reckless” y “El Jinete del Dragón”. Creadora de la Fundación “Rim of Heaven”, a través de la cual apoya muchos pequeños y grandes proyectos, y realiza un programa de Residencias Artísticas en su casa, “FRAGGINA”, en Volterra, Italia.

 

 

Tejedoras de tinta

Adolfo Córdova*

“La creación es una urdimbre perfecta. Todo en ella tiene su proporción y su correspondencia. Todo está hilado con todo en una trama infinita que no podrían reproducir ni mis amadas tejedoras del sur. Pobres de nosotros si olvidamos que somos un telar…”. Son palabras pronunciadas por un mago, Kupuka, uno que va descalzo y huele a madriguera, con la piel color barro y la cabellera blanca. Las escribió otra maga, Liliana Bodoc, una que entendía cualquier acto creativo como un tejido de relaciones.

Ese es también el corazón de la narrativa de Cornelia Funke, quien detonó este proyecto y cuyas trilogías Mundo de tinta y Reckless son dos ejemplos de urdimbres perfectas hechas de hilos de muchas historias.

En ellas, Cornelia vuelve real la metáfora de la escritura y la lectura como herramientas de construcción y reeconstrucción de mundos o tramas que conforman una tela real, realidad tejida.

“Lo último que oyó fue el bolígrafo de Fenoglio deslizándose sobre el papel, de letra en letra, veloz como la lanzadera de un telar que va creando una imagen espléndida a partir de hilos negros…”.

Fenoglio, uno de los principales personajes en Mundo de tinta, también es conocido como el Tejedor de tinta. Todo lo que escribe existe en un mundo paralelo. Teje y entreteje personajes de aquí y de allá que tienen sentido cuando alguien más los mira en su telar.

Ilustración: Raquel Mora.

“¡Hablas de hechicería!”, “No. Hablo de leer”, esto responde Dedo Polvoriento a su compañera, Roxana, cuando le intenta explicar que la joven Meggie posee el mismo don que su padre, Mo: aquello que leen en voz alta se materializa. Les llaman “lenguas de brujo”.

Dedo Polvoriento, Roxana, Meg, Mo, son todos personajes de ese Mundo de tinta con el que Cornelia nos demuestra que leer y escribir sí son, de alguna forma, actos de hechicería.

Fue su lengua de bruja la que traviesamente creó el principio de este libro, tensó los hilos invitando a quienes nos escuchaban en aquel conversatorio de LIJPE a que extendieran el tejido de relaciones de mi libro El dragón blanco y otros personajes olvidados o el principio que lo rige: retomar a personajes secundarios.

Y así, como ya leyeron, Karina Echevarría nombró los deseos de una de las hijas del ogro de Pulgarcito, que esperamos haya logrado salvarse, aunque Perrault no lo haya contado; Silvia Zenteno hizo meditar, con hambre y un agujero en el zapato, a Tweedledee y Tweedledum y al Gato de Cheshire de Alicia en una reunión sin pies ni pimienta; Laura Basso le dio una capa de invisibilidad a un joven soldado, soñador desconocido y cautivante de un cuento de los Grimm; y Dana Elizondo se despidió, con melancolía, de Bastián, Fújur y Atreyu para dar paso a otra historia interminable…

Muchos de estos cuentos mencionan, al pasar, a varios de los personajes que revisito en El dragón blanco…haciendo guiños o juegos de espejos. El efecto se amplifica en otros relatos que se centran específicamente en secundarios que yo también retomé.

Ilustración: Juliana Muñoz Toro.

A muchas “tejedoras de tinta” convocó la Hermosa Niña de Pelo Turquesa, el hada azul que describió Collodi en Las aventuras de Pinocho. Brenda González imaginó a una lectora que debe dejar su hogar y desearía que el hada apareciera en su vida para protegerla y proteger a otras; para Mariana Piñeiros el hada es una guardiana que mira desde la pared a su hermana, en una habitación de indiferencias; Katia Álvarez se concentró en el terror y la fascinación del ejército de hombres que la niña hada transforma en bosque, y pareciera que Santiago Arboleda compuso su épica “Marcha de los árboles” para conversar con ese cuento; y Raquel Mora, Juliana Muñoz, Carolina Suri y Kamilo Revelo dibujaron o bordaron rostros nuevos para la Niña de Pelo Turquesa que son como un nuevo encantamiento, invitación a otros mundos.

Curiosamente, el resto de los cuentos también se relacionan de alguna u otra manera con el hada. Curioso o comprensible. Ese personaje que menciona Collodi fue quien me provocó a mí también la idea detrás de El dragón blanco… Collodi decía que el hada llevaba mil años viviendo en el bosque cuando conoció a Pinocho. De los homenajeados, quizá sea el personaje con el hilo más grueso, con mayor pregnancia.

Natalia Charry quiso saber más de la Pastelera Trágica, un secundario que inventé para contar el posible origen de El gato de Cheshire de Alicia, y rastreó en su pasado mezclando ingredientes de aquí y de allá, incluida una niña con rizos turquesa; también Beatriz Noriega conectó inquietantemente dos tramas: echó a volar a una hermana y un hermano cisnes, separados por un sueño y por un hechizo que a él lo convirtió en árbol, cuando era parte de un ejército, y será otra poderosa hada quien lo libere, ¿Morgana?; a Liliana Moreno le pareció que sí, Morgana bien valía un cuento propio, abuela o hada cambiaformas que salva al Rey Cisne de cometer una tontería; y, finalmente, Alberto Pocasangre, persigue a un hada en la piel de uno de los niños perdidos de Peter Pan, que ya adulto, y una vez que encuentra su lugar en el mundo, se convierte en el escritor de El dragón blanco…. Muy conmovido y agradecido con su juego metaficcional y con todos los otros que por un momento imaginaron, igual que en la canción “Segundo lugar” de Daniel Stiven López, que las voces secundarias también querían contar su versión de la trama. Gracias queridas personas tejedoras de tinta.

Ha sido un camino largo, de casi tres años, el que nos condujo hasta estas últimas páginas de En una trama infinita. De principio a fin fue muy placentero e inspirador leer las tramas (dibujadas, escritas o intepretadas) incluidas aquí, y también muchas otras que no entraron en el libro pero que confío sus escritores y escritoras seguirán explorando. Todas eran poseedoras de momentos inolvidables e ingeniosa intertextualidad.

El camino fue acompañado, en la primera etapa, por un jurado de amigos que se sumó profesional y voluntariamente al proyecto: Susana Figueroa, Julio Romano y María Fernanda García; y desde entonces y hasta ahora, por mi hermano elegido, Andrés, que vio siempre viable hacer este libro y sumó a los grandes magos de la FUC, y por Mariana, cómplice incondicional de LIJPE, Angela Colls, directora de la fundación de Cornelia y, claro, la propia Cornelia, hada madrina del proyecto.

La trama infinita de relaciones que nos hacen evocar Liliana Bodoc y Cornelia Funke, la que busca celebrar esta publicación, fue contada de otra forma por Marina Colasanti, una que nos recuerda un camino y un paso más atrás en el tiempo, primigenio:

“No existe una única historia de un único autor, sino que cada historia da origen a otras historias, en la formación de una red interconectada y simbólica, con un fondo mítico, cuya fuente se confunde con el surgimiento de aquello que llamamos humanidad”.

Sus palabras fueron parte de la conferencia “Tres veces traicionados: los cuentos de hadas mantienen su poder”, que dictó en el mismo LIJPE en el participó Cornelia, dedicado a la fantasía y su capacidad de revolucionar vidas. Me gusta pensar que mientras ella las decía se iban escribiendo también aquí, de esa manera invisible que tiene la trama infinita de intrincarnos.

 

Video del lanzamiento de la antología

El 16 de septiembre de 2023, desde la biblioteca-estudio de grabación de Cornelia Funke en Volterra, presentamos la antología en su versión digital con la presencia de casi todas las personas antologadas. 

 

Entrada No. 238
Autor: Adolfo Córdova. 
Ilustración de portada: Juliana Muñoz Toro.
Fecha original de publicación: 28 de septiembre de 2023.

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