En Exiliaditas, Florencia Ordóñez da voz a la niña que fue y se fue a un país desconocido. 

Comparto el prólogo que escribí para su libro con el objetivo de extender la conversación de la entrada pasada.  Este título y los otros seis reseñados pueden afinar nuestra escucha como mediadores y el diálogo con niños, niñas y jóvenes alrededor de esa triada tan presente en el mundo: infancia, dictadura y migración.

 

1.

Me dedico a la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo. Recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. Intento captar la vida cotidiana del alma.

Svetlana Alexiévich

El cuerpo camina hacia delante. Recuerda. Se detiene. Quiere voltear pero no puede girarse, es imposible frenar al presente que avanza, así que mira hacia atrás por encima del hombro. Ve algo claro, quizá lo que está más próximo. El resto, borroso: siluetas, recortes, estelas, líneas punteadas, personajes fugaces, fotografías incompletas… Pero, de pronto, uniendo las partes: una voz. Cuando se mira por encima del hombro, un oído basta para escuchar nítidamente al pasado.

También es una voz la que, todavía en marcha, cuenta después lo que vio y escuchó, y quizás olió, probó o sintió. Fueron las voces de cien niños y niñas bielorrusos las que Svetlana Alexiévich recuperó en su libro Últimos testigos. Cien voces que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial en las que se escucha el eco de los casi 13 millones de niños y niñas que perecieron.

En uno de estos testimonios, Taisa Nasvétnikova cuenta que ella tenía siete años cuando tuvo que dejar su casa y huir. “Nos habíamos ido tal cual: mi madre iba con un vestido ligero de lunares blancos, y yo con un vestidito rojo de tirantes con estampado de flores”. Antes de instalarse en otra ciudad, en su huída, entre trenes, bombardeos y enfermedades, llega la muerte. Tais pregunta una y otra vez qué ha pasado con toda esa gente que no continúa con ellas, pero a su madre no le gusta hablar de eso.

Cuando se asientan en una ciudad más segura, en la radio, la escuela, la calle, sigue escuchando noticias de la guerra, pero a ella nadie le explica nada. “A mí se me quedaba grabado todo lo que tenía que ver con la muerte… Mamá me reñía por ello. Les preguntaba a los médicos por qué yo era así, por qué me interesaba tanto por cosas tan poco infantiles como la muerte. Quería saber cómo enseñarme a pensar en cosas de niños…”.

 

2.

Se creen que soy tonta, pero ya va a ver Viviana cuando vuelva a casa, me va a tener que contar todo.

Florencia Ordónez también fue una niña testigo. Y es desde allí que nos habla. Las voces que escucha en su memoria y su propia voz como autora hoy. Una y otra voz, pero en diferentes tiempos, como un coro que canta en canon, pasado y presente.

Florencia, sobreviviente de la dictadura cívico-militar argentina, tuvo que dejar igualmente su casa para irse a otra ciudad, pero a un océano de distancia. Exiliaditas (Editorial Gráfica 29 de Mayo, 2019) cuenta esa otra vida que de pronto comienza en otro sitio y fragmenta los afectos, recuerdos y sueños. Incluso a una edad temprana en la que apenas son brotes, pero han echado raíz y se experimentan profundamente.

Es Florencia y no, o es Florencia y más, porque no se trata de la transcripción de un recuerdo, hay una compleja reelaboración literaria, la creación de un personaje que es una niña particular, que tiene un padre payaso y quisiera estrenar un vestido celeste, y muchas exiliaditas y exiliditos más, resultado de la dictadura argentina y de tantas otras, que van acomodándose a las decisiones de los adultos e intentando hacerse escuchar entre mudanzas y silencios.

Dos silencios: el que dejan sus propias dudas y el de las dudas de sus padres.

Pero el tono de Exiliaditas no es angustiante. Florencia no hace más hondo el vacío, al contrario, lo llena con la cotidianidad franca, irreverente y perspicaz de su personaje. La autora confirma que el humorismo puede ser más poderoso y crítico que el lamento, y nos vuelve cómplices instantaneamente de su protagonista. En su centro no está la trama del exilio sino la trama común de ser niño o niña: siempre en resistencia, entre lo dicho y lo callado, lo permitido y lo prohibido, los deseos de los mayores y su propio deseo; yendo y viniendo del país de los padres al país sin nombre que está construyendo para sí misma, en constante búsqueda de una ruta para cruzar la frontera hacia su propia libertad.

Quizá por eso es que esta niña pareciera entender mejor que los grandes la vida en el exilio, porque está acostumbrada a estar en tensión, en muchos lugares a la vez.

Ya desde el acertado título del libro, Exiliaditas, vemos ese juego entre fuerzas opuestas: una palabra del mundo adulto: “exiliado”, con un sufijo que denota más ironía que diminución y que, además, inserta al relato en una tradición literaria infantil.

 

3.

A los niños les conviene llevar una vida ordenada, sobre todo si pueden ordenársela ellos mismos.

Pippi Calzaslargas

Hablan con la niña de Exiliaditas muchas Caperucitas y otros personajes rebeldes y amados, desde La Sirenita hasta Mafalda pasando por Jo de Mujercitas, Pinocho, Matilda, El Pequeño Nicolás y, sin duda, Pippi Calzaslargas.

Y también muchas voces contemporáneas de autoras que, como Florencia, han decidido encarar el terrorismo de Estado con textos literarios comprometidos socialmente y respetuosos con la inteligencia de los niños y niñas lectores (combinación no muy frecuente). Como Mariana Osorio Gumá, que en la novela Tal vez vuelvan los pájaros cuenta una historia personal de exilio, ocasionada por la dictadura militar chilena, en la que su protagonista también reclama: “Siempre eso: ya lo entenderás cuando crezcas. A veces pienso que los grandes creen que soy un pedazo de empanada frita”.

Y Florencia dialoga, por supuesto, con su propia obra. En su primer libro, Diario de un hada, ya nos acerca a estos mismos hechos, marca el punto de partida de Exiliaditas: “Cuando el mundo estalla en pedazos, lo percibimos por partes. En mi casa lo primero que estalló fue una jarra de leche. Era la jarra que mi madre sostenía entre las manos cuando llegaron Ellos, los hacedores de muerte”.

Luego la niña-hada en cuestión se irá, pero a mundo fantástico. Allí, como en el cuento “Irulana y el Ogronte”, de Graciela Montes, la metaforización es completa. Salvar la vida, buscar a la madre, entre brujas, dragones, enanos y lecciones de magia, con muchas referencias a cuentos de hadas clásicos de los cuales la niña obtiene su arrojo.

En Exiliaditas, Florencia es más cercana a Pequeños combatientes de Raquel Robles, explora un afinadísimo tono realista que revela su capacidad para construir con precisión, belleza y emotividad una inolvidable voz infantil, no exenta de poesía, en armonía con la mejor literatura infantil moderna.

La voz de una niña que dejó de ser hada, el diario de una exiliada, “una parte del cuento que nadie cuenta”, que constituye un importante aporte y una perspectiva novedosa al corpus que aborda el terrorismo de Estado desde la mirada infantil.

Igual de notable que el texto es la propuesta gráfica de Jimena González Gomeza, fotografías intervenidas y collages de técnicas mixtas que, en un juego de cerrar y abrir significados, dan más hondura al relato y nos hacen sentir testigos también del “archivo biográfico familiar”.

 

4.

En todo este tiempo aprendimos que la pregunta por la identidad es la pregunta más íntima que un ser humano pueda hacerse.

Estela de Carlotto

Esa intimidad familiar en Exiliaditas se transforma valiente y generosamente en intimidad colectiva: un libro (financiado además entre todos).

Si recordar es mirar hacia atrás por encima del hombro, un movimiento que tiene un límite: el límite del cuerpo que apunta hacia el frente y opone una resistencia al cuello y la cabeza, Florencia Ordóñez desafía ese principio restrictivo al contar y publicar esta historia literariamente trascendente. Vuelve el gesto personal, un gesto común.

Si somos muchos los que miramos por encima del hombro, imaginar un retrato más completo, sin censuras, es posible. Uno que nos haga ver y escuchar nítidamente cuando el pasado quiere volver al frente. Uno que rescate esos otros momentos cotidianos, solidarios, esperanzadores, cómicos que también pasaron, que continuaron sucediendo, contrarios a toda la violencia, y que, como leemos aquí, se activan preguntando a los ojos del otro ese pequeño y gigante: “¿Te acuerdas…?”

Más información sobre Exiliaditas:

Para comprarlo o conseguir versión digital, escribir a: grafica29demayo@gmail.com

 

TERRORISMO DE ESTADO Y LIJ:

Ésta es la entrada número 19 que publico que toca este tema. Aquí el resto:

Terrorismo de Estado y libros para niños

Terrorismo de Estado y libros para niños II

Ellos no quieren que los leas: libros prohibidos

¿Dónde están? Escritores sobre #Ayotz1napa

Leer al desaparecido

Las madres rastreadoras y la muerte

Los pájaros mudos. 40 años del golpe militar argentino

Abuelas con identidad

¡No se olvida! Resistencia y desapariciones en la voz de 8 escritoras

México recuerda. De Irulana y el ogronte a Olivia y los más de 30 mil desaparecidos

La biblioteca roja. A 50 años del 68, más de 50 libros para niños y jóvenes que lo nombran: Fue el Estado

¿Cómo contarles Ayotzinapa? A cinco años de la desaparición forzada de 43 estudiantes

Sr. Presidente, ¿dónde los tienen? 

Infancia, dictadura y migración

 

De Expertos invitados:

Literatura y memoria: María Teresa Andruetto.

La insistencia. El uso de lo simbólico para nombrar el dolor y un recuerdo de mi tía la triste: María José Ferrada

¿A las barricadas? Literatura políticamente comprometida: Clémentine Beauvais 

Exilios, nacionalismos, represión, multiculturalidad: panorama de temas políticos para niños y jóvenes, por Jochen Weber + M68

 

También puede interesarles:

Ella trae la lluvia y el encuentro con el otro. Migrantes y refugiados en libros para niños y jóvenes

Para leer en contextos adversos y otros espacios emergentes + Programa Leer con migrantes por Evelyn Arizpe

 

Entrada No. 189
Autor: Adolfo Córdova
Ilustración de portada de Jimena González Gomeza para Exiliaditas (Editorial Gráfica 29 de mayo, 2019).
Fecha original de publicación: 9 de diciembre de 2019.


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