En defensa a las «buenas costumbres», la «moral», la «identidad nacional», el «orden» y hasta la «paz», grupos religiosos y políticos han desaparecido y ejecutado a millones de personas a lo largo de los siglos. Sus crímenes suceden casi siempre en la clandestinidad. Pero hay un símbolo de las ideas, de la imaginación y de la transformación de nuestra especie cuya destrucción se ha ocultado menos: el libro.

Las quemas de libros, desde la Biblioteca de Alejandría a finales del siglo III hasta la quema del 18 de diciembre de 2011 de la Biblioteca de la Academia de Ciencias de Egipto, son una metáfora de exterminio que buscar borrar la memoria y la identidad de unos en defensa de la memoria e identidad que más conviene a otros. 

En su libro Nueva Historia Universal de la Destrucción de Libros, Fernando Báez cuenta que el califa musulmán Omar I ordenó a un general la quema de una parte de la Biblioteca de Alejandría que había sobrevivido pues: «Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten; si los libros no están de acuerdo con la doctrina del Corán, no tiene caso conservarlos».

Esta parecer ser la premisa básica del censor: organizar la vida bajo una sola idea: incuestionable y excluyente.

¿Puede un grupo de palabras amenazar el funcionamiento de toda una sociedad? ¿Puede un libro alterar la normalidad, cuestionar la fe, derrocar un gobierno, moldear un carácter, apagar o encender una conciencia? Miles de publicaciones han sido prohibidas, censuradas e incluso quemadas a lo largo de la historia.

Uno de los ejemplos más conocidos es el Index Librorum Prohibitorum, o Índice de Libros Prohibidos creado en 1559 por la Santa Inquisición y vigente hasta 1966. Incluía “textos herejes” que ponían en duda los principios y valores de la Iglesia Católica. Copernico, Cervantes, Víctor Hugo y Sartre fueron algunos de los autores que prohibía el Índice.

Las quemas de libros en el periodo nazi en Alemania, en especial la de la plaza Bebelplatz en Berlín en 1933, condenaron publicaciones de escritores judíos, marxistas y pacifistas con espíritu “anti-alemán”, incluidas obras de Ernest Hemingway y Jack London.

Quemas juventudes nazis
Quemas de las juventudes nazis en mayo de 1933.

 

Las dictaduras militares en Argentina y Chile también tuvieron censuras muy severas. En Argentina se prohibieron muchos libros para niños. Como «Un elefante ocupa mucho espacio» de Elsa Bornemann que, por narrar una huelga de animales, se declaró demasiado “subversivo”, cuenta el escritor y especialista Manuel Peña Muñoz.

O el libro «La torre de cubos» de Laura Devetach, un conjunto de cuentos de “ilimitada fantasía” que ponían en duda “la organización del trabajo, la propiedad privada y el principio de autoridad”, continúa Peña Muñoz.

Sobre una de las quemas públicas en Argentina, escribe Fernando Báez: «El 30 de agosto de 1980, los terrenos vacíos de Sarandí se convirtieron en un lugar macabro. Varios camiones depositaron, bien temprano, un millón y medio de libros y folletos, todos publicados por el Centro Editor de América Latina. Minutos más tarde, la euforia policial, legitimada por la orden de un juez federal de la Plata llamado Héctor Gustavo de la Serna, animó a varios agentes a rociar con nafta los ejemplares y a prenderles fuego». 

Quemas de libros chile
Quemas de la dictadura militar chilena en los años 70.

¿Y EN MÉXICO?

Aura de Carlos Fuentes es el caso más recordado. Censurado por el Secretario del Trabajo en 2001, Carlos Abascal por considerarlo «inapropiado» para jóvenes de tercero de secundaria, como su hija. «Inapropiado», «Apto para», son las palabras con las que se arman los censores-redentores, que arman listas para instituir o recuperar el «deber ser» de los libros. Y los productos culturales dirigidos a niños y jóvenes son los más propensos a pasar por el filtro moral de los adultos.

Del topito biroloAutoridades de la Secretaría de Educación Pública han retirado libros de bibliotecas escolares como Hola, bebé, por contener ilustraciones explícitas de un parto, o Del Topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la cabeza, por hablar de caca. Cuenta la especialista, Carola Diez, que algunos representantes estatales de la Secretaría enviaron oficios con la indicación puntual de retirar estos libros de las escuelas. Algo parecido sucedió con libros de biología que hablaban abiertamente de la homosexualidad.

En el mejor de los casos, la censura puede ser un argumento de venta: Carlos Fuentes agradeció en 2008 que Aura fuera prohibido porque el hecho había resucitado su novela y multiplicado las ventas.

Imágenes hola bebé

7 LIBROS PROHIBIDOS

Un título, una frase, un tema revelan los miedos y los prejuicios de una época. Algunos de los títulos que hemos leído en el Círculo de Lectura de Libros Prohibidos de la Biblioteca Vasconcelos.


Carroll_Alicia en el país de las maravillas_Forro rústica.inddAlicia en el país de las maravillas

Lewis Carroll. FCE, 2015.

La célebre obra de Carroll y su poco leída, pero fantástica, secuela, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, han intranquilizado algunas conciencias. Acusada de promover el consumo de drogas en Estados Unidos, señalada por poner al hombre al nivel de las bestias, en China, y criticada en su tiempo por la excentricidad de su autor.

 

El señor de las moscasEl señor de las moscas

William Golding. Zorro Rojo, 2013.

La violencia, los asesinatos y la crueldad que desarrollan un grupo de niños y jóvenes solos en una isla, ha hecho que se retire el libro de algunas estanterías. El miedo a lo desconocido y al abandono se convierten aquí en salvajismo y desesperación. Maze runner: correr o morir, está inspirada, en parte, en esta novela.

 

 

el guardián entre el centenoEl guardián entre el centeno

J.D. Salinger. Alianza editorial, 2010.

Considerado una de las grandes obras del siglo pasado y, para algunos, un “libro maldito”. Se le vincula con por lo menos cinco homicidios o intentos de homicidio. El más conocido: el de John Lennon, su asesino, Mark David Chapman era fanático de libro y lo llevaba con él cuando le disparó al músico. También hay quien se ha asustado por su lenguaje irreverente y sexual.

 

gulliverLos viajes de Gulliver

Jonathan Swift. Sexto Piso, 2014.

Publicada en 1726, ofendió a muchos pues satirizaba a la monarquía y a la política de la época y, se decía, al ser humano en general, por lo que el autor ha sido tachado de misántropo. En un momento de la novela, por ejemplo, Gulliver orina sobre un palacio liliputiense; en otro, conoce a los “yahoo” (él creó esa palabra), una especie de humano grotesco menos civilizado que un caballo.

 

El llamado de lo salvajeEl llamado de lo salvaje

Jack London. Ediciones Castillo, 2012.

Decían que promovía ideas demasiado liberales, incluida la competencia mercenaria e individualista. A otros les parecía que incitaba a la revuelta, a la violencia y «al comunismo». También dijeron que no era “apto para niños ni señoritas» y que su autor era una persona indeseable. Sin embargo, la historia de Buck, un perro raptado de su hogar, es una de las más conmovedoras del escritor.

 

 

portada huck finnLas aventuras de Huckleberry Finn

Mark Twain. Debolsillo, 2013.

Racista y vulgar, así ha sido llamada esta novela, considerada por la crítica, sin embargo, como la obra maestra de Twain, una gran novela de crecimiento y viaje. Sigue prohibida en escuelas pues contiene frases como “Jim, el negro, tenía alma de blanco”, en lugar de tomarlas como un testimonio del racismo y la esclavitud en la historia estadounidense.

 

 

los versos satánicosLos versos satánicos

Salman Rushdie. Debolsillo, 2011.

La publicación de este libro desató prohibiciones y quemas en comunidades y países musulmanes y persecuciones y asesinatos. Líderes políticos y religiosos invitaron a sus seguidores a ejecutar a cualquier persona relacionada con el libro, pues dicen ofende gravemente su fe en el Corán. Todavía hoy se ofrecen 3 millones de dólares por la vida de Rushdie.

 

 

19 Comentarios »

  1. Algo que me sorprendió de la analfabeta dictadura argentina es la historia o leyenda de que en la obligada quema diaria de textos, se incineró un libro de escuelas técnicas que se titulaba «La cuba electrolítica». Como se puede apreciar se trataba de galvanoplastia.

  2. Se supone que los libros nos sobrevivirían ante un holocausto nuclear o político, solo basta ver los manuscrirtos encontrados en recipientes de terracota en Israel. El problema es lo tendencioso o lo convenientemente soslayado. Veo aquí que no se mencionan, como es habitual en los ambientes literarios, las quemas, exterminio, desapariciónes forzadas (los libros suelen padecer los mismos tormentos que los hombres que los crearon, incluso antes, como advertencia), de las dictaduras marxistas. Haber mencionado aunque sea «El Archipiélago Gulag» de Solzhenitsyn, su destrucción por el régimen y posterior condena de su autor. Por ejemplo enterarse que el 50 % de la población cubana vigilaba la lectura y actividades y denunciaba al otro 50 % de sus conciudadanos, sistema de servicio de inteligencia barato y mas o menos eficiente. Los soviéticos y los chinos hicieron lo mismo y no hay ningún tipo de datos al respecto en estos momentos de «apertura». Pero en fin… es de buen tono o cool ser un poquito marxista, no haber participado de la «larga marcha» sin agua ni alimentos (Dios me libre y me guarde) para construir el socialismo, o tener que levantarse a las 4 de la mañana en pleno invierno para construir los terraplenbes y colocar las vías de los ferrocarriles soviéticos a pico y pala, o vivir en túneles húmedos e infectos resistiendo, en Vietnam, la invasión yanqui, o en haber participado de la guerra civil española del lado republicano y con una pistola en la nuca por si se te ocurría recular. Nuestros héroes de la actualidad siguen siendo los trabajadores que diariamente cumplen con su labor y como es habitual en regímenes capitalistas o marxistas cobran magros sueldos y sus dirigentes sindicales, políticos y empresarios se enriquecen con su sacrificio. La consigna «fascista-marxista» es estorbar al vecino y acusarlo de todas las calamidades, controlar y adoctrinar a su hijo, despistado estudiante secundario o universitario con marchas y consignas que, igual que ciertas iglesias evangélicas, mantienen viva la ideología cavernaria a los gritos y sin tolerar ningún tipo de debate. Los libros son testigos de los delirios o aciertos de la condición humana, no deben ser quemados ni destruidos y en amplia libertad de criterio y tolerancia consultados objetivamente. PD: ¡Ah! y devolverlos a sus legítimos dueños cuando se piden prestados. – «El conocimiento sin reflexión es inútil. La reflexión sin conocimiento es peligrosa. Maestro Kong»

  3. Desgraciadamente, la gente cada vez lee menos y tomando prestadas las palabras de Bradbury «No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee.» Podríamos llegar a plantearnos, ¿qué es peor, quemar libros o tenerlos al alcance de la mano y no abrirlos? 😦

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