«En vista de acontecimientos mundiales para los que no hay palabras -como el genocidio en Gaza, las políticas fascistas de Donald Trump o la voracidad con la que destruimos la naturaleza- me cuestiono nuevamente sobre el papel de la literatura infantil. Y mi respuesta es, otra vez, que las historias y los libros para niñxs tienden puentes para construir otros mundos», escribe la investigadora María Orozco Ávila en este destacado artículo derivado de su tesis de maestría en Literatura Infantil y Literacidades de la Universidad de Glasgow.

Libros como La calle es libre (1981), Un puñado de semillas (1996) y La composición (2000), tres clásicos publicados por la editorial de LIJ vigente más antigua de Latinoamérica, Ekaré, en los que Orozco Ávila valora el retrato realista de un contexto precario o amenazante en el que, sin embargo, gana la imaginación esperanzadora de niñas y niños, como lo anuncia el título de su artículo.

La cuestión sobre qué puede hacer la LIJ frente al horror, que me recuerda aquella pregunta que motivó el Primer Curso Internacional de Filosofía, Literatura, Arte e Infancia, FLAI 2017: ¿Qué quiere y qué puede la literatura infantil y juvenil? (en juego con el encuentro en el que participaran Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Jorge Semprún… en 1965: Que peut la littérature?/¿qué puede de la literatura?), se podría responder leyendo mucha de la ficción especulativa actual que, según me cuenta la editora y escritora Libia Brenda, explora finales donde se hace justicia, se vence al mal, se sale adelante, se cumple el sueño. Fue un camino que intentamos explorar algunxs autorxs al contar historias de migración de niñxs y jóvenes, movidos por una amiga en común, Valentina Glockner, en el reciente libro La tierra que nos sueña (Heredad, 2025). 

Este era ya el gran valor que tenían los cuentos de hadas según Bruno Bettelheim, el final feliz. Y en efecto se pueden trazar muchos paralelismos entre los cuentos de hadas y los cuentos de realismo social adverso, pero la idea de María Orozco es abrir preguntas, generar conversaciones críticas, encontrar salidas en comunidad, en las que lxs niñxs conviertan la desesperanza en esperanza: leer libros con «potencial utópico», así lo llama Orozco, que no «final feliz», pues los desenlaces son más complejos y no todo se resuelve, nos explica. «Tampoco hay finales felices, pues la vida no se transforma mágicamente al concluir la historia. No obstante, lo que sí hay en estos textos es esperanza, resiliencia, ingenio y agencia infantil», escribe la también mediadora de lectura con su proyecto Pirinola de lectura.

Una amiga, que tiene dos hijas, de 8 y 11 años, me preguntaba hace poquito cómo hablar del genocidio del pueblo palestino con ellas. Me recordó a la pregunta que empecé a hacerme en 2014, después de las desapariciones forzadas y asesinatos del narcoestado mexicano la noche del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero: ¿Cómo contarles Ayotzinapa? Una pregunta más breve antecedía a esta pregunta: ¿Contarles?

¿Cómo contarles Palestina? La respuesta que ofrece este valioso artículo, como herramienta, confirma mi experiencia contándoles Ayotzinapa: sí, contarles, pero apoyarse con otras historias donde personajes niñas y niños sorteen la amenaza, venzan al dictador, sobrevivan distintos peligros, y de allí generar experiencias donde sientan que han podido hacer algo concreto para que el mundo sea un poco más luminoso. Y siempre ir de a poco, con sus preguntas, hasta donde quieran saber ellas y ellos y si es que lo quieren hablar.

Agradezco a María Orozco por compartir su notable investigación de maestría en un artículo tan puntual que puede servir a tantas mediadoras y mediadores para mirar críticamente la representación de la esperanza y el final positivo (muchas veces inverosímil, ñoño o simplificado en libros de LIJ), en estos tiempos en que nos urge reforzar sentidos con horizonte entre niñas, niños y jóvenes.

Adolfo Córdova

 

Marginación y esperanza en tres clásicos latinoamericanos de LIJ

por María Orozco Ávila*

 

Este artículo deriva de la investigación que realicé como parte de mis estudios de maestría en Literatura Infantil y Literacidades en la Universidad de Glasgow, gracias a la beca Chevening/SEP. Evelyn Arizpe estuvo a cargo de la supervisión.

Cuando la realidad es terrible, desgarradora y brutal, la literatura infantil puede convertirse en una “fuente de esperanza” para lxs niñxs[1]. No porque los finales de las historias sean felices, sino porque ciertos libros tienen el potencial de permitirles vislumbrar otras maneras de ser y estar en el mundo. En ese sentido, ciertas historias funcionan como ventanas de posibilidad, que permiten cuestionar el status quo[2], además de ayudarles a expandir su entendimiento sobre ellos mismos y otras personas[3].

Comencé a pensar en este tema al cursar mis estudios de maestría en 2020-2021, en Escocia. Lejos de mi familia y preocupada por ellos a causa de la pandemia de Covid-19, me sorprendió la manera en la que varios libros para niñxs se convirtieron en mi espacio de contención. El pasar las páginas durante la lectura de los textos se transformaba en una metáfora de que la vida, al igual que las historias, es dinámica.

En un contexto como el mexicano, del que soy originaria, quise entender la manera en la que los libros infantiles que abordan problemáticas críticas de la región -como migración forzada, dictadura y pobreza-, podrían vincularse con la esperanza y la utopía. Pero no me interesaban todos los libros, sino ejemplos realistas en los que aparecieran niñxs transformando positivamente su realidad inmediata. Este fue el tema de mi investigación en la maestría.

Hoy, a casi tres años de haber concluido esta investigación y en vista de acontecimientos mundiales para los que no hay palabras -como el genocidio en Gaza, las políticas fascistas de Donald Trump o la voracidad con la que destruimos la naturaleza- me cuestiono nuevamente sobre el papel de la literatura infantil. Y mi respuesta es, otra vez, que las historias y los libros para niñxs tienden puentes para construir otros mundos.

 

La esperanza y la falsa esperanza

La esperanza es una emoción que se orienta hacia el futuro y que persigue la creación de una realidad más justa, un deseo profundo de que las cosas sean diferentes y mejores[4]. Es, en suma, el querer satisfacer una búsqueda humana de completitud. Para que la esperanza se convierta en una fuerza de cambio debe transitar de la crítica a la imaginación, y de la imaginación a la acción. En otras palabras, la esperanza nos mueve: de criticar la realidad a soñar cómo podemos modificarla por medio de acciones puntuales que llevaremos a cabo.

Es fácil que la esperanza pierda su curso y que se convierta, más bien, en inmovilismo, inacción y miedo. Si las personas dejan de soñar e imaginar, ésta puede convertirse en desesperanza, ya que en ocasiones es difícil ver más allá de nuestra realidad inmediata, en especial si hay violencia, pobreza y marginación. Algunos pedagogos críticos como Duncan-Andrade, Freire y Webb[5] advierten que la esperanza también puede distorsionarse y volverse naïve, sobre todo si pensamos que el futuro será mejor solo porque sí; esta es una manera fácil de “eximirnos” de las consecuencias de nuestros actos y de depositar en los hombres y mujeres del futuro -o más específicamente, en lxs niñxs del mañana- la responsabilidad de cambiar las cosas.

Y frente a la evasión, la literatura infantil que se conoce como “utópica” puede representar una fuente de cuestionamiento poderosa. De acuerdo con Hintz y Ostry, el propósito de esta literatura va “del juego y el escapismo a sostener una reflexión política”[6] sobre la sociedad, sus estructuras y el poder. Además, Bradford et al. enfatizan que este tipo de textos buscan desarrollar en las y los lectores una conciencia crítica sobre la realidad, ya que presentan “nuevas formas de organización social y política”[7].

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La literatura infantil y la mediación lectora como fuentes de esperanza

La literatura infantil puede ofrecer espacios seguros simbólicos especialmente en contextos de vulnerabilidad y crisis, tales como el desplazamiento, la violencia o los desastres naturales y humanitarios[8]. Esos espacios se describen como seguros porque incluso si lxs niñxs están en situaciones de riesgo, las historias les proporcionan diversas oportunidades para “soñar” y “descansar”[9].

Los libros infantiles son más que objetos culturales. Algunos textos pueden convertirse en “espejos, ventanas y puertas”[10] para lxs lectorxs. Se dice que los libros funcionan como espejos cuando lxs niñxs pueden verse reflejados en los personajes y sus vivencias. En ventanas cuando les permiten asomarse a otras realidades. Y en puertas si les llevan a cuestionar la realidad.

La ilustración es de Trinidad Olarte, quien la adaptó de Grant Snider.

Fuente: Esta metáfora fue desarrollada por la investigadora afroamericana Sims Bishop (1990), al documentar la falta de representación de niñxs negrxs en la literatura infantil de Estados Unidos. 

Michèle Petit argumenta que sobre todo en contextos críticos, la literatura puede ser una herramienta poderosa para la reconstrucción personal[11], además de llevar a ciertas personas a recuperar su dignidad. Al hablar de los personajes y no de ellxs mismxs, lxs niñxs pueden dar sentido a sus experiencias de vida sin miedo a ser vulnerados. En otras palabras, al dialogar a partir de lo leído ocurre cierto distanciamiento que les otorga la libertad de compartir sólo aquello que deseen[12], en un espacio de contención.

La labor de docentes, bibliotecarios, mediadores de lectura y otros actores culturales es indispensable para posibilitar estos encuentros con los libros y, sobre todo, para guiar y acompañar a lxs lectorxs en el análisis de los textos[13]. Es decir, crear espacios donde leer la palabra nos lleve a leer el mundo[14] y a pensar no sólo en quién soy yo, sino en quién quisiera ser[15]. Es por ello que se dice que algunos libros infantiles son también mapas donde lxs niñxs pueden cuestionar su identidad.

La mediación lectora con infancias en contextos de vulnerabilidad me parece un acto que desafía el status quo, pues un cuestionamiento desde las estructuras de poder podría ser: ¿por qué leer con estas niñas y niños cuando necesitan satisfacer otras necesidades primero? ¿qué caso tiene? Cultivar la imaginación es un derecho humano, absolutamente necesario en contextos de vulnerabilidad.

 

Lentes analíticos: un mapa para guiar nuestras lecturas de LIJ

El marco conceptual que utilicé en mi estudio es una adaptación de las investigaciones de mi maestra Julie McAdam. Se trata de una serie de lentes que nos proponen mirar con atención el potencial utópico de un libro infantil, si es que lo tiene; no todos los libros, solo por ser para niñxs, son realmente esperanzadores. Por eso es tan importante analizar ciertos aspectos con detenimiento: 1) los roles y relaciones entre los personajes, y entre niñxs y adultos; 2) los derechos de las infancias, es decir, si son respetados o no, y de qué modo; 3) la agencia infantil: quién la fomenta y quién la suprime; 4) las acciones que lxs personajes realizan para modificar positivamente sus contextos inmediatos; 5) y las distintas representaciones de la esperanza presente en el texto.

En realidad, son preguntas -agrupadas en las categorías mencionadas- que pueden guiar nuestro análisis de libros infantiles. Estas preguntas permiten identificar si en un libro hay esperanza crítica y en dónde reside, además de detonar posibles conversaciones con lxs niñxs y adultos. Pongo esta herramienta a disposición del lector para que la pueda utilizar en su labor docente o de mediación lectora. Las preguntas aparecen en la sección de Anexo.

Algo que enriqueció mucho mi análisis de estos tres libros álbum fue investigar qué decían lxs autorxs e ilustradorxs sobre sus obras. Leer entrevistas sobre su trabajo en general, y sobre estos tres libros en particular, me ayudó a descubrir si tenían una posición específica sobre los temas que abordaron. Y, lo más importante, me permitió conocer (algo de) la concepción que tienen sobre las infancias.

Por ejemplo, descubrí que La calle es libre se inspiró en las actividades de promoción lectora que se llevaron a cabo en San José de Urbina[16]. O que Skármeta, autor de La composición, quería retratar que lxs niñxs son siempre más inteligentes de lo que los adultos pensamos[17]. Reeler obras de literatura infantil a la luz de los testimonios de sus creadores puede aportar mayor luz a nuestro análisis literario, y detonar líneas de conversación.

Ilustración de Monika Doppert para La calle es libre.

 

Tres clásicos latinoamericanos de LIJ: contextos adversos y esperanza

En esta investigación trabajé con tres libros álbum de Ediciones Ekaré: La calle es libre de Kurusa y Monika Doppert, Un puñado de semillas de Monica Hughes y Luis Garay y La composición de Antonio Skármeta y Alfonso Ruano. Considerada una de las mejores y más antiguas editoriales latinoamericanas de LIJ, fue fundada en 1978 por las venezolanas Carmen Dearden y Verónica Uribe con la intención de publicar libros infantiles de calidad, elaborados por autorxs e ilustradorxs latinoamericanos. El objetivo era poner a la disposición de lxs lectores historias que retrataran la realidad o “identidad cultural” de la región, si es que existe una.

En los inicios de Ekaré, Dearden y Uribe buscaban publicar libros “para vernos”. En la entrevista realizada por Adolfo Córdova por los 40 años de Ekaré, ambas reflexionan sobre la ausencia de libros de LIJ latinoamericanos en el momento en el que deciden fundar la editorial: “es cierto que no nos veíamos, que no nos considerábamos interesantes; no encontrábamos herramientas para vernos. Durante demasiado tiempo, la vida había estado en otra parte”[18].

La colección “Así vivimos” nació durante los primeros años de Ekaré; incluye 9 historias realistas de infancias urbanas y rurales que transcurren en países como Venezuela, Nicaragua, Chile o Puerto Rico, entre otros. Finalmente, seleccioné tres libros álbum de esta colección: La calle es libre (1981), Un puñado de semillas (1996) y La composición (2000). Estos tres libros pueden ser considerados clásicos latinoamericanos de LIJ. Por ejemplo, La calle es libre ha sido reimpresa más de 22 veces desde su publicación, además de traducida a 17 idiomas.

Es difícil identificar el contexto socio-histórico real en el que ocurren estas historias pues, en tanto libros álbum, apelan a lectorxs de diferentes edades. Y si bien las ilustraciones, los paratextos, el vocabulario y el prefacio aportan cierta información para entender dónde transcurren, se requieren ciertos conocimientos para identificar el cronotopo (conexión tiempo-espacio) de cada libro.

Estas tres historias retratan a niñas y niños que enfrentan situaciones críticas: pobreza, marginación, migración forzada, violencia, orfandad y dictadura. Ni el texto ni las ilustraciones suavizan los entornos en los que viven. Tampoco hay finales felices, pues la vida no se transforma mágicamente al concluir la historia. No obstante, lo que sí hay en estos textos es esperanza, resiliencia, ingenio y agencia infantil.

Después de analizar estos tres libros álbum, identifiqué tres categorías que representan las fuentes de esperanza en los textos: niñxs protagonistas, espacios de posibilidad y acciones transformadoras. Me pareció interesante que estas categorías tuvieran una relación muy estrecha con la agencia infantil y con los derechos de las infancias en las tres historias. Aunque cuestionarse sobre estos temas puede surgir de manera natural en libros que abordan la injusticia, la relación entre derechos humanos, agencia infantil y esperanza es significativa en estos libros.

Lxs niñxs son la principal fuente de esperanza en los textos. En primer lugar, desafían la opresión en la que viven y a sus estructuras de poder, representadas por los adultos. Después, imaginan maneras en las que la realidad podría ser diferente. Y, finalmente, llevan a cabo acciones puntuales que transforman de manera positiva el contexto inmediato de sus comunidades. En otras palabras, la resolución del conflicto en las tres historias recae de manera absoluta en lxs niñxs. Además, las relaciones de amistad que establecen con otrxs niñxs representan espacios seguros donde sobrevivir y crear mundos posibles.

Pedro -el protagonista de La composición– utiliza su inteligencia y creatividad para burlar las estructuras de poder -representadas por la autoridad militar y sus padres- que lo controlan. Por medio de su composición demuestra que como niño puede tomar una postura política, aunque esta no sea explícita, y decidir por sí mismo. En el caso de Un puñado de semillas, será la pequeña Concepción quien decida plantar una huerta y enseñarle a lxs otrxs niñxs huérfanos como cuidarla. Esta fuente de alimentos -y de esperanza- les permitirá dejar de robar para conseguir comida.

Finalmente, en La calle es libre, lxs niñxs materializan su visión utópica del mundo cuando en lugar de aceptar la pasividad de los adultos ante la opresión en la que viven, deciden organizarse para exigir su derecho a un espacio de juego en el barrio. Protestarán entonces con pancartas y un pliego petitorio afuera del Ayuntamiento. Y a pesar de que el alcalde no cumpla su promesa, lxs niñxs movilizarán a su comunidad para construir por sí mismos el parque que se merecen.

La segunda fuente de esperanza que identifiqué en estas historias son algunos espacios físicos, como la naturaleza, una biblioteca comunitaria y la escuela. Nombré a la categoría como espacios de posibilidad porque es en ellos donde lxs protagonistas llevan a cabo acciones puntuales que transforman positivamente sus contextos.

Por ejemplo, el huerto de vegetales de Un puñado de semillas representa crecimiento, cambio y resiliencia. En La calle es libre, la biblioteca es el sitio en el que lxs niñxs pueden jugar, dibujar, leer, diseñar sus carteles de protesta y escribir su pliego petitorio. Llama la atención que el único adulto que inspira, apoya y encauza el impulso utópico de lxs niñxs sea precisamente este bibliotecario o educador.

La escuela es el espacio de posibilidad de La composición. Resulta significativo que la palabra “resistencia” aparezca escrita precisamente afuera de los muros de la escuela. ¿La habrá escrito algún niño o niña, escapando a la vigilancia de los soldados?

Es interesante que el hogar, en cuanto espacio de posibilidad, esté ausente en las tres historias, y valdría la pena preguntarse: ¿qué funciones cumple o no cumple la familia en estos libros?, ¿qué representa su silencio?, ¿es esto un reflejo de la realidad de muchas infancias en la región? Me parece que la agencia infantil en estas historias depende de la inestabilidad en la que viven lxs niñxs protagonistas, producto de esa ausencia de la familia como institución de cuidado, lo que les otorga mayor libertad de acción. En contraposición, quizá en aquellos libros que retratan a niñxs de clases sociales media y alta -que podrían vivir en ambientes más controlados y acotados por los adultos- la agencia infantil no esté tan presente.

La tercera fuente de esperanza son las acciones transformadoras que lxs niñxs realizan en dichos espacios de posibilidad. Los tres verbos principales que llevan a cabo -y de los que depende que la esperanza se materialice- son compartir semillas, escribir una composición y protestar por la ausencia de espacios de juego. En las tres historias son lxs niñxs quienes actúan por cuenta propia y desafían las circunstancias adversas en las que viven.

Un puñado de semillas de Monica Hughes y Luis Garay.

No obstante, cuando la comunidad completa une sus recursos para transformar positivamente su contexto -como en el caso de La calle es libre– es más palpable ver que la esperanza se materializa.

Aunque los resultados de esta investigación no se pueden generalizar, destaco que mi estudio puede servir para identificar esperanza y falsa esperanza en libros infantiles; dialogar con lxs niñxs sobre mundos posibles y derechos de las infancias a partir de los libros álbum mencionados; y utilizar lo que aquí presento como un punto de partida para nuevas investigaciones sobre esperanza y LIJ latinoamericana, Quizá estos libros trasciendan la ficción e inspiren a sus lectorxs a transformar la realidad y comenzar, por qué no, a construir otros mundos más justos.

 

Anexo: preguntas para identificar la esperanza en libros infantiles

1. Roles y relaciones

¿Quién tiene poder y cómo lo emplea?

¿Qué personajes establecen relaciones de cuidado con otrxs? ¿estos vínculos son intergeneracionales? ¿o se establecen entre niñxs y niñxs?

¿Cómo se fomentan esas relaciones positivas? ¿y cuál es el resultado de dichas relaciones?

2. Derechos de las infancias

¿Cuáles son los principales derechos presentes en el libro y porqué?

¿Esos derechos se respetan o se violan? ¿por medio de qué personajes?

¿Cómo se restauran esos derechos y quién lo lleva a cabo?

3. Agencia infantil

¿Qué fomenta la agencia infantil en la historia? ¿cómo se logra esto?

¿La agencia se ejerce de manera individual o colectiva?

¿Qué circunstancias alientan o suprimen la agencia infantil?

¿Qué vínculos la fortalecen?

4. Transformación social

¿Qué acciones conducen a lxs personajes a la desesperanza e inmovilidad?

¿Criticar la realidad después mueve a lxs personajes a imaginar otros mundos posibles?

¿Qué recursos utilizan lxs niñxs para desafíar la injusticia? ¿qué acciones realizan? ¿y cómo transforman positivamente su realidad?

5. Representaciones de la esperanza

¿Cómo se manifiesta la esperanza en el texto?

¿Qué acciones la nutren o la debilitan?

¿Cuáles son las fuentes de esperanza principales en el libro?

¿En qué acciones puntuales se materializa la esperanza?

 

 

NOTAS

[1] McAdam, J.E., Ghaida, S.A., Arizpe, E., Hirsu, L. & Motawy, Y. (2020), ‘Children’s Literature in Critical Contexts of Displacement: Exploring the Value of Hope’, Education Sciences, vol. 10, no. 12, p. 2.

[2] Kornfeld, J. & Prothro, L. (2005), ‘Envisioning Possibility: Schooling and Student Agency in Children’s and Young Adult Literature’, Children’s Literature in Education, vol. 36, no. 3, p. 218.

[3] Bishop, R. (1990), ‘Mirrors, Windows and Sliding Glass Doors’, Perspectives: Choosing and Using Books for the Classroom, vol. 6, no. 3.

[4] Freire, P. (1992) Pedagogy of Hope: Reliving Pedagogy of the Oppressed, Bloomsbury Academic, London.

Webb, D. (2007), ‘Modes of hoping’, History of the Human Sciences, vol. 20, no. 3, pp. 65-83.

Duncan-Andrade, J.M.R. (2009), ‘Note to Educators: Hope Required When Growing Roses in Concrete’, Harvard           Educational Review, vol. 79, no. 2, pp. 181-194.

[5] Ídem.

[6] Hintz, C. and Ostry, E. (2003), Utopian and Dystopian Writing for Children and Young Adults, Routledge, London;New York, p. 1.

[7] (2008), New World Orders in Contemporary Children’s Literature: Utopian Transformations, Palgrave Macmillan, Basingstoke, Hampshire, p. 6.

[8] Hirsu, L., Arizpe, E. and McAdam, J.E. (2020), ‘Cultural Interventions Through Children’s Literature and Arts-Based Practices in Times of Disaster: A Case Study of Reading Mediators’ Response to the Mexican Earthquakes (September 2017)’, International Journal of Disaster Risk Reduction, vol. 51.

[9] Petit, M. (2018), ‘Transfigurar el Horror en Belleza’, in: Arizpe, E., Para Leer en Contextos Adversos y Otros Espacios Emergentes, Secretaría de Cultura, México, p. 19.

[10] Bishop, R., op. cit.

[11] Goldin, D., Petit, M. and Arizpe, E. (2018),‘Promoting Readership and the Art of Hospitality’, Jeunesse, Young People, Texts, Cultures, vol. 10, no. 1, p. 152.

[12] Arizpe, E., Zárate, M., McAdam, J., e Hirsu, L. (2022), Estrategias de mediación cultural en emergencias, Cerlalc, Santiago,  p. 53.

[13] Arizpe, E., Farrell, M. and McAdam, J. (2013), ‘Opening the Classroom Door to Children’s Literature: a Review of Research’ in eds. K. Hall, International Handbook of Research on Children’s literacy, Learning and Culture, Wiley-Blackwell, Chichester, West Sussex.

[14] Freire, P., op. cit.

[15] El resaltado es mío. Short, K.G. (2009), ‘Critically Reading the Word and the World’, Bookbird, vol. 2, p. 8.

[16] Ediciones Ekaré (s.f.), La Calle es Libre Cumple 30 Años: su Autora Celebra Acercándonos al Lugar Donde Surgió la Historia, disponible en: http://www.ekare.com/ekare/noticias/la-calle-es-libre-vivencias-en-la/.

[17] Ediciones Ekaré (s.f.), El Sentido de lo Humano, disponible en: http://www.ekare.com/ekare/noticias/el-sentido-de-la-humano/.

[18] Córdova, A. (), Mirarnos aquí. Carmen Diana Dearden y Verónica Uribe: 40 años de leer y editar Ekaré, disponible en: https://linternasybosques.com/2018/12/18/mirarnos-aqui-40-anos-de-leer-y-editar-ekare-entrevista-a-carmen-diana-dearden-y-veronica-uribe/

 

*María Orozco Avila es especialista en literatura infantil. Realizó sus estudios de maestría en Literatura Infantil y Literacidades en la University of Glasgow (2020-2021), como becaria Chevening/SEP. En 2021 colaboró con IBBY Reino Unido durante la selección de los ganadores del premio Hans Christian Andersen 2022, proyecto que estuvo a cargo de Evelyn Arizpe. Es fundadora de Pirinola Lectura: Literatura Infantil en la Crianza, que busca crear espacios de reflexión, análisis y capacitación en torno a la LIJ. Forma parte de la International Research Society for Children’s Literature (IRSCL).

Il. Luis Garay.

Entrada No. 267
Autora: María Orozco Ávila. Autor de la intro: Adolfo Córdova.
Ilustración de portada: Luis Garay para Un puñado de semillas. Fecha original de publicación: 12 de agosto de 2025.

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