Cuando la maestra les pidió que escribieran un cuento de lo que más les conmovía en ese momento, Martín pensó en las niñas y los niños de Gaza, se imaginó escondido debajo de una cama, escuchando bombardeos.

De su salón, el 5°C de la Institución Educativa Alfonso Jaramillo Gutiérrez en Pereira, Colombia, fue el único que decidió escribir sobre el genocidio. Lina Palacio, su motivadora y comprometida maestra, les sugirió, a Martín y a sus compañeros, que lo enviaran al concurso municipal de cuento «A viva voz» de la Secretaría de Educación de Pereira. «El monstruo de la guerra» de Martín Correa Andrade fue distinguido con el segundo lugar.

Lina, a quien conocí en la segunda edición del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira, LIJPE, en junio de 2017, me compartió el cuento de Martín a finales de noviembre de 2024. Pocos días después de leerlo, el escritor e investigador cubano, Yunier Riquenes García, me envió un cuento, «En el espectáculo…», que parece inspirado en el propio Martín. La sincronía me pareció asombrosa y pedí permiso a los dos de publicar sus relatos juntos.

La correspondencia que notarán revela la tensión histórica de la LIJ: niñxs y adultxs conversando y contándose. La capacidad de niñas y niños de escribir (o pedir) los cuentos que quieren, necesitan, leer, y mostrarnos así un poco más de quiénes son; y la capacidad de las personas adultas de escuchar con sensibilidad y recrear una voz infantil compleja, con la que resuenen, que les convoque, signifique.

A los cuentos de Martín y Yunier, decidí sumar la lista de sueños de Habiba.

Cuando leí el cuento de Martín, narrado en una primera persona emotiva y verosímil, enseguida pensé en los testimonios de niñas, niños y adolescentes de Gaza compilados, traducidos al inglés y editados por Leila Boukarim e ilustrados y diseñados por Asaf Luzon en el libro A million kites (Flyeralarm, 2024, Alemania), y que la ilustradora Amal Barghout Karzai, de IBBY Palestina, me obsequió en el Congreso Internacional de IBBY en Trieste, en septiembre del año pasado.

Y allí, Habiba y su deseo de ir a la playa, de viajar fuera de Gaza y regresar segura, de comer Doritos nachos, comer Nutella, comer mucho, una lista que evidencia su hambre literal y simbólica, una lista de sueños truncados. «Ella cargaba un pincel, no un arma», dice su mamá, y pienso también en el listado de metas de Erika Carrillo, desaparecida el 11 de diciembre del 2000, a los 19 años de edad, en Chihuahua, y en tantos otros sueños de jóvenes desaparecidxs que mezclamos en Canción de protesta (UNAM, 2023). Los deseos, proyectos, sueños suspendidos materializan las ausencias.

Quería que la ilustradora Amal Barghout también fuera parte de esta entrada y por eso le pregunté si podía usar su pintura «Gazan boy and his cat» para acompañar el cuento de Yunier. La realizó en octubre de 2023 cuando vio a un niño y a su hermano mayor, migrando del Norte de Gaza al Sur. «Su nombres es Aboud, la forma cariñosa de Abdulah. Y lo hemos visto crecer. Me parece que su hermano y él son huérfanos», me cuenta Amal por correo electrónico.

«Su hermano mayor, Ashram, estudió Derechos Humanos Internacionales en la universidad. Hace muchos meses regresaron a las ruinas de su hogar en el Norte, donde él prendió fuego a los libros restantes sobre justicia internacional. Dijo que habían sido sus favoritos, que había creído en ellos, y luego puso un fósforo bajo las páginas», termina Amal, y entendemos su rabia ante la evidente crisis -inoperancia- del marco de justicia internacional (ONU, CPI, etc.) creado después de la Segunda Guerra Mundial. 

En esta cuenta de Instagram pueden conocer más a Aboud y Ashram .

Al leer el cuento de Yunier recordé una entrada para la que había empezado a tomar algunas notas bajo el título «Mi famoso y yo y otras formas de abuso infantil», a partir del cruel programa «Mi famoso y yo» conducido por Adal Ramones y producido por Marcelo Strupini para Televisa-Univision en el que se explotaba y torturaba públicamente a niños y niñas en nombre de un supuesto altruismo. El programa mostró a menores de edad, adultificados, siendo sometidos a situaciones emocional y psicológicamente desgastantes para impresionar a sus ídolos y ganarse el cariño del público. A través de estas dinámicas, «Mi famoso y yo» no solo banalizó el sufrimiento infantil, sino que también dejó en evidencia cómo los adultos se aprovechan de la vulnerabilidad de niñas y niños para satisfacer el morbo colectivo.
Eliminación en «Mi famoso y yo». Fuente: Televisa.

La conexión que me reveló Yunier Riquenes con su cuento «En el espectáculo» fue evidente: si tantas personas son capaces de normalizar el sufrimiento de menores en televisión nacional como una forma de entretenimiento, ¿cómo podrían no ser indiferentes ante el sufrimiento de niños y niñas en Gaza, cuando este se presenta en redes sociales diseñadas para explotar el morbo y el consumo? (Redes sociales gestionadas por figuras como Elon Musk y Mark Zuckerberg, seguidores de Donald Trump, que promueve la supremacía blanca.)

La reflexión de Yunier nos hace cuestionar la falta de empatía e insensibilidad en un mundo donde las tragedias humanas se presentan como un espectáculo, sin que haya una respuesta real, inmediata, unánime, que condene y frene ese sufrimiento, porque las vidas no valen lo mismo.

Conocí a Yunier recientemente ya que se encuentra en México realizando un doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana y coordina, al lado Naskicet Domínguez, el portal Claustrofobias sobre literatura cubana con especial interés en la infancia y juventud, y ahora reportando también desde México.

En el marco del XIV Congreso Internacional de la Oralidad a la Literatura Infantil y Juvenil: Memorias de Iberoamérica, Yunier, muy generosamente, me regaló algunos de sus libros en los que sobresale, además de su dominio prosístico, su compromiso con las infancias y la defensa de su libertad.

Me impactó especialmente Tienda de mascotas (Editorial Oriente, 2017, Cuba), donde un gato llamado Tigre descubre el angustioso confinamiento de perros, peces, pájaros y hámsteres, y decide denunciarlo y actuar. Es un poderoso canto a la libertad que, al mismo tiempo, me recordó el apartheid bajo el que viven los palestinos, y las restricciones totalitarias de gobiernos como Nicaragua y Venezuela.

Ojalá que la lectura de los cuentos, a continuación, nos hagan plantearnos preguntas, como lo hacen los niños en las historias, «¿Por qué la guerra?, ¿para qué la guerra?», «¿Qué pensaban aquellos niños de la muerte? ¿Podían dormir?», preguntas en colectivo que propicien espacios de escucha y conversación con niñas, niños y jóvenes. 

Muchas gracias a Lina y a Martín, a Yunier y a Amal por su sensibildad y compromiso social, y a Habiba, a quien recordaremos cada que exijamos justicia y el fin del genocidio y la ocupación.

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La lista de sueños

De Habiba

  1. Tomar una ducha caliente.
  2. Comprar los juguetes que yo quiera.
  3. Ir a la playa y asolearme.
  4. Quiero ir a restaurantes que tengan muchos juegos.
  5. Quiero ir a un parque de diversiones.
  6. Comer Nutellaaaaaaaaaaa.
  7. Comer todas las cosas que dibujé.
  8. Comer Doritos nacho (los de la bolsa verde).
  9. Viajar fuera de Gaza.
  10. Muchas papas.
  11. Regresar a salvo, inshallah.

El monstruo de la guerra

De Martín Correa Andrade

 

En el espectáculo…

De Yunier Riquenes García

Para Adolfo Córdova, echando un vuelo para reflexionar sobre la guerra y las miradas de los niños y las niñas mientras caen las bombas en Gaza.

Seguramente a ti te pasó lo mismo, o te ha pasado alguna vez. Mi nombre es Mario y voy a cumplir diez años. Hace tres días no puedo dormir, no duermo ni una hora, no duermo profundo. Tampoco me quedo dormido para ir a clases. No me concentro en nada, dice mi madre que ando lelo. ¿Qué te pasa, Mario? Y la maestra también dice que no entiende lo que me pasa desde hace dos días, si me siento mal, porque tengo unas ojeras tremendas; dice que va a llamar a mi madre. Pero cuando la maestra pregunta le sé responder lo que me pregunta. Menos mal, que eres muy inteligente, dice ella. A veces ser muy inteligente es un problema, te hace sentir unas emociones de entendimiento muy raras.

Por estos días fue el final de varios shows televisivos con niños y niñas que mostraron su talento en el canto y en otras habilidades. Hay muchos shows de entretenimiento que ponen en el escenario a niños y niñas de muchas partes del mundo y les hacen creer que tienen superpoderes. Hay historias que muestran a niños que tocan un instrumento desde los dos años, o a una niña de siete años que canta ópera como los mismísimos maestros. Los niños estamos en el centro del espectáculo.

Por estos días en la escuela también se habla de los partidos de fútbol que mueven a mucha gente a los estadios y por las redes sociales. Muchas veces, en vez de ser un deporte para disfrutar en familia, se convierte en un problema. Y el fútbol y otros deportes también son un gran espectáculo para mucha gente.

«Niño de Gaza con gato» de Amal Barghout.

Yo debiera pensar en eso, como piensan mis compañeros, seguir a mis cantantes o deportistas favoritos, sin que me importe lo que pasa al otro lado del mundo; pero seguramente a ti te pasó lo mismo cuando tenías mi edad, o un poquito menos, o un año más. No le he dicho a mi madre que he comenzado a pensar en la muerte: ¿qué va a pasar el día que me muera?, ¿adónde iré?, ¿voy a renacer de nuevo? Tal vez de estas cosas, de la muerte, no nos quieran hablar o explicar. Y leo por un lado y otro sobre la vida después de la muerte, y sobre la muerte.

Hace unos días, mirando la televisión en casa, pasaban los shows interminables y los partidos de fútbol, la entrega de los Premios Grammy, la selección de la Miss Universo, y todo eso que traía comentarios, carcajadas y pleitos en casa. Todo eso no me trajo mi insomnio. Fue ese canal de noticias que apareció en la pantalla y mostró cuerpos de niños envueltos en sábanas, el llanto de tantos padres y madres. Y luego la mirada de las fotos de los niños que huían de la guerra con sus gatos, que trataban de ir a las escuelas entre las ruinas, y de aquellos que traían el cuerpo ensangrentado. ¿Qué pensaban aquellos niños de la muerte? ¿Podían dormir?

Tuve que quitar el canal de noticias, apagar el televisor. Desde entonces, mientras pasan los diferentes espectáculos y no hablan de la mirada y las fotos de aquellos niños que tienen la edad mía o menos, no puedo entender qué puedo hacer, qué puede hacer el mundo para detener el desastre. ¿Alguien podía ayudarlos para que pensemos en la vida, en vez de la muerte?

Hay momentos en los que parece que me voy a quedar dormido, pero tengo un nuevo sobresalto. ¿Qué te pasa, Mario? ¿Me quieres contar? Tengo a mamá muy cerca, la abrazo llorando y ella no entiende lo que me sucede. ¿Te pasó algo en la escuela? Por favor, cuéntame, Mario.

Mamá, seguramente a ti te pasó lo mismo…

 

 

Habiba. 

Tenía 8 años cuando murió en un bombardeo en Gaza en octubre de 2023.

Martín Correa Andrade.

Me llamo Martín Correa Andrade. Soy colombiano, tengo 11 años, nací en la ciudad de Cali, Valle del Cauca. En mi hogar somos cinco: mi padre, mi madre, mi hermano, mi hermana y yo, que soy el mayor. Actualmente vivo en la Ciudad de Pereira, Risaralda. Aquí me gusta mucho jugar fútbol, entrenar natación, pasar tiempo con mi familia, ir al colegio porque aprendo muchas cosas nuevas, leer y por último comer. Mi meta de grande es seguir preparándome para estudiar en la universidad Ingeniería de sistemas, para así, ser una persona al servicio de los demás y poder ir cumpliendo cada uno de mis sueños.

Yunier Riquenes García.

Jiguaní, Cuba, 1982. Narrador, poeta, investigador, promotor y periodista cultural. Licenciado en Letras, Universidad de Oriente, 2006. Máster en Estudios de Lengua y Discursos, Universidad de Oriente, 2022. Actualmente, cursa el Doctorado en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana de México.

Ha recibido numerosos premios en literatura y periodismo y ha publicado más de una treintena de libros en Cuba y otros países. También se ha reconocido su labor como gestor cultural e investigador. Recibió el Premio Promotor del año, Raúl Ferrer, que otorga la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, en 2014; Premio de Periodismo Sed de Belleza, 2017. Premio La Puerta de Papel al mejor libro publicado en 2015 y 2016 en la Feria Internacional del Libro de La Habana, por la novela para adultos La quietud, Ediciones La Luz, 2015 y en 2016, por el libro para niños Historia de amor de una perra de pelea, Editorial El Mar y la montaña, y Premio del Lector, por el libro para niños, Tienda de mascotas, 2018. Ha recibido mención en el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar, 2019 y 2023. Entre sus libros más comentados por la crítica pudieran destacarse los volúmenes de cuento Lo que me ha dado la noche, 2007 y La espalda marcada, 2015; el poemario Claustrofobias, 2019. Las novelas Los cuernos de la luna, 2012 y La edad de las ataduras, 2010, 2019. Los libros para niños Cuentos de Tigre, El gato científico, y No apto para Mayores. Con Naskicet Domínguez coordina la multiplataforma Claustrofobias Promociones Literarias (www.claustrofobias.com)

 

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¿Ya firmaron?

Aquí un fragmento: «En 1953, apenas terminada la segunda guerra mundial, la filántropa Jella Lepman en respuesta al genocidio que el nazismo perpetró al pueblo judío, creó la Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil (IBBY) con el fin de promover el entendimiento y la paz internacional, a través de los libros para niños.

‘Anatomía de un genocidio’ se titulaba el informe publicado en marzo de este año por Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados. Entonces concluía que existían ‘motivos razonables’ para creer que ‘se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio'». 

¡Súmate! Firma aquí: https://shorturl.at/4ss2s

 

Entrada No. 255
Autor de la intro: Adolfo Córdova. Autores del poema y de los cuentos: Habiba, Martín Correa Andrade y Yunier Riquenes García.
Ilustración de portada: Amal Barghout Karzai

Fecha original de publicación: 15 de enero de 2025. 

Publiqué esta entrada tempranito el 15 de enero, y unas horas después, leí, con mucho alivio, el anuncio de un acuerdo para el cese al fuego en Gaza (más de 60 mil muertos después y 8 meses después de que este acuerdo se pusiera sobre la mesa) y la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás. Esperamos todavía el retiro de las tropas israelíes… y seguiremos exigiendo justicia y juicio a Netanyahu por sus crímenes de guerra, el recuento de personas muertas y desaparecidas, la reconstrucción y el fin de la ocupación ilegal israelí en territorios palestinos, el fin de los atentados terroristas y el terrorismo de Estado.

Cada palabra escrita y pronunciada por el fin del genocidio contó para que llegara este momento. Nuevamente muchas gracias Martín, Lina, Yunier y Amal, y en tu memoria, Habiba.

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